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Reflexiones pluridisciplinares sobre la actualidad reseñada en los medios de comunicación

miércoles, 31 de julio de 2013

La brutal recesión causada por el BCE y la avaricia fiscal obligan al empleo sumergido






Ahora que el Sr. Aznar, con buen criterio --creemos--, ha planteado la necesidad de una reforma fiscal (es decir, del sistema y cuantía de los impuestos), el empleo sumergido viene a demostrar que los economistas ‘oficiales’ no tienen ni idea de la realidad cotidiana que atenaza a la muchedumbre de trabajadores que tienen que luchar día a día para poder sobrevivir a base de eximirse de impuestos  por la vía de los hechos,  mientras los causantes desde el BCE del desastre económico general  se quejan de esto  porque ellos siguen cobrando despreocupados unos estruendosamente altos sueldos o --como el nefasto Sr. Trichet-- una dorada jubilación en la que disfrutar lo amasado personalmente mientras hundía Europa en la más severa recesión que se conoce.

Nuestro habitual columnista, el Dr. Prof. universitario del área económica, Fernando Enebral Casares, ya tiene expuesta  en este blog, incluso reiteradamente [véase, como muestra, el escrito que reproducimos (de nuestro ‘post’ de 6 enero 2011)], la tesis de que bajar los impuestos y los tipos de interés es el modo más fiable de progresar hacia el  pleno empleo  y la  prosperidad  general.  “Teoría Enebral”  que fue asumida y practicada por el Gobierno de Aznar formado en 1996 con el éxito que se conoce (demostración del ‘directo’ o  por activa’ de la tesis), a pesar de la oposición de algunos economistas ‘de libro’, como el propio Sr. Montoro, a quien por eso ahora se lo ha recordado.

Efectivamente, la tesis dicha, defendida por el Prof. Enebral Casares, ha sido confirmada --por activa y por pasiva--  por la cruda realidad: antes de 1996 el ministro Solchaga --que se decía socialista-- mantenía unos  tipos de interés  de hasta el 14 o más por ciento: con lo cual, se producía un enorme trasvase de dinero desde los sectores de producción (apertura y funcionamiento de empresas) hacia los puramente financieros (especulativos; rentistas); de tal modo que el paro aumentaba, nuestra divisa se fortalecía (porque ‘llamaba’ capital extranjero con tan altos intereses ofertados), disminuían entonces las exportaciones y aumentaban las importaciones (por lo que aumentaba aún más el desempleo nacional), y a aquel ministro, para llenar las arcas de Hacienda --y además de ofertar  ¡ más Deuda Pública !  a tan altos intereses--  ¡ aumentó los impuestos !,  contribuyendo así, aún  más,  al  colapso  económico.

La situación era tan grave, que el dirigente sindical socialista Nicolás Redondo (senior), convencido de estos razonamientos, convocó huelga general contra su propio  ‘compañero’ de partido el 14 de diciembre de 1988.

Con lo cual  quedaba probado también el ‘recíproco’ o  por pasiva’  de la  “teoría Enebral”:  tipos de interés e impuestos altos llevan al colapso económico.

Frente a ello,  el ministro Rodrigo Rato acogió con decisión practicar el ‘inverso’: bajada clara de los tipos de interés y de los impuestos. Y la realidad confirmó que también entonces la  “teoría Enebral”  acertaba: bajó el valor de nuestra moneda, aumentaron las exportaciones y se redujeron las importaciones, huyó el dinero de los circuitos financieros (improductivos; especulativos) hacia las empresas,  disminuyó el paro,  hubo prosperidad general, y… ¡ también la Hacienda Pública recaudó MÁS y se  redujo  el  déficit  del Estado !.

El ejemplo español cundió entonces en Europa y América, y todos los países siguieron nuestros pasos.

Hasta que, poco a poco, el cerril capitalismo  masónico,  ciegamente  avaricioso  (que  olvida  la fábula del ‘rey Midas’: si todo lo reducen a amasar oro, ¡ también ellos acabarán muriendo de hambre !), fue nuevamente sacando la cabeza… hasta que en 2007, con Trichet en el BCE y Greenspan en EE.UU.,  reinventó  lo de subir los tipos de interés y el que los países  subiesen los impuestospara revalorizar dólar y euro y, con ello, revalorizar sus propios multimillonarios ahorros.

Y ¿qué ha pasado?. Lo predicho por la teoría  Enebral expuesta por él desde finales de los años 80: que eso llevaba a la recesión, la ruina de las Haciendas Públicas, la eclosión explosiva del desempleo,… hacia el colapso económico global. Tesis, pues, nuevamente  confirmada  en su aspecto ’recíproco’ (o  por pasiva):  si suben, colapsan.

Y ¿qué solución ha planteado ahora Draghi en el BCE? Pues la misma que se hizo en España en 1996: bajar nuevamente los tipos de interés. Incluso se han bajado hasta tres puntos desde el nivel a que estaban; tal
como también hizo el Gobierno Aznar en su día.

Al tiempo, tal como propone el Sr. Aznar recordando su anterior periplo,  y en vista que subir los impuestos baja  la  recaudación  global  y ahonda  la  recesión, habrá que  ¡  BAJAR !  nuevamente los impuestos. Es decir: la “receta Enebral”.

La cual, y como decíamos al comienzo de este veloz repaso histórico, también --y por cierto-- viene a ser confirmada por la incontenible realidad de que la gente  ¡ tiene que sobrevivir !  y, si es preciso,  ¡ trabaja ‘en negro’ ! (es decir:  ‘bajándose’ por sí mismos los impuestos hasta el extremo de situarse incluso  ‘al margen’  de ellos).

¿Por qué se queja por esto Bruselas, en vez de poner remedio a la brutal recesión desatada por ella y su dichoso BCE el 2007 en manos masónicas y de la  ‘führer’  Merkel?  La respuesta está al final de los recortes de “EL País” que reproducimos: Bruselas se queja de que  la gente ‘sobreviva’  y, con ello,  ¡ les estropee su avaricia !

¡No  les preocupa la situación --¡¡desesperada!!--  de  muchos,  ni mueven ni un dedo para remediarla!

¡No se piden responsabilidades civiles internacionales a quienes desataron el caos por su torpeza o ignorancia, o negligencia ¡‘culpables’!  sin duda… !

 Sólo les preocupa exclusivamente su bolsillo: ‘expropiar’ lo que ganan los trabajadores con su sacrificio y el sudor  de su frente, para  seguir  así ellos  en sus  suculentos  cargos,  pero… ¡ eso sí: sin tocar a los millonarios parásitos sociales !   que, empezando por Trichet y su camarilla, es a quienes habría que  expropiar , según el brocardo o dicho mundialmente admitido de “quien la hace, la paga” (o ¡‘debería’! pagarla)) si se atiende al criterio jurídico de la  ‘responsabilidad civil’  por los daños infligidos.

El supuesto incremento del  ‘trabajo sumergido’,  que ahora se  proponen   ‘reprimir’  a toda costa en vez de ocuparse de  ‘rescatar’  de su grave situación económica a quienes han sido víctimas inocentes  de Bruselas  y su cohorte, no viene sino a confirmar que CUANDO EL SISTEMA DE IMPUESTOS O TRIBUTOS ES  ‘INSOSTENIBLE’  POR ESTAR SÓLO PREOCUPADO EN ‘RECAUDAR’, ES  ‘DEROGADO’,  POR LA VÍA DE LOS HECHOS, POR UN PUEBLO BASTANTE MÁS  SENSATO  QUE BRUSELAS.


Sobre la reforma tributaria (I): El caso de Amancio Ortega



 
Desde hace días, está en el candelero una  posible  reforma del sistema tributario, con la finalidad --saludable-- de  repartir mejor  entre los diferentes estratos sociales el esfuerzo impositivo.

Sin embargo, hay aspectos que --pensamos-- convendría reformar con prioridad a cualquier otro cambio. Se trata de rutinas que  no  se corresponden con la seguridad jurídica proclamada en la Constitución (art. 9) y ni tan siquiera con la honorabilidad exigible y esperable de la Función Pública. Hoy vamos a ocuparnos de uno muy sencillito de enmendar.

Para ello, tomemos como  ejemplo  la STS (Sentencia del Tribunal Supremo) referente al litigo entre la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) y D. Amancio Ortega,  fundador del grupo Inditex; y que ha resuelto que este último tiene que abonar a Hacienda 33 millones por la  diferencia de interpretación  habida entre este señor y dicha Agencia respecto de una inversión que D. Amancio  creyó  --fundadamente-- exenta  de impuestos, mientras la  AEAT  estimó  lo contrario.

Pues bien: a nosotros --como es lógico-- ni nos va ni nos viene ni un adarme que D. Amancio, poseedor de una fortuna que supera los 40.000 millones de euros (¡que ya es decir!), tenga que pagar la miserable (para él) cantidad de sólo 33 millones por disparidad de  opinión  entre él y Hacienda sobre una  norma tributaria  (véase noticia en el margen). Es una  cantidad muy inferior,  relativamente,  a  si discutiese por  80 céntimos  un asalariado que cobre  mil euros  al mes, puesto que el trastorno que ambos supuestos producen al interesado decrece en  progresión geométrica  a medida que crece el patrimonio del afectado: al mileurista  80 céntimos le suponen quedarse sin comer dos barras de pan, mientras  a D. Amancio  33 millones es sólo una anotación contable que  en nada altera su  ritmo de  vida ni de  comida.

 
Pero no ésta la cuestión.

La pifia jurídica es que la AEAT y el propio TS sean incapaces de discernir que si un ciudadano interpreta  razonablemente  (como admite la STS) una norma y, luego, el currito de turno le corrige esa interpretación, el resultado  nunca  debe aplicarse con efecto  retroactivo  (pues esto es contrario al art. 9 CE), SINO con efecto  A PARTIR DE  haber sentenciado el TS que lo  más  correcto es lo que se le dice a D. Amancio  en vez de  lo que él,  razonablemente,  pensaba.

Pues bien: estas aplicaciones  “con carácter retroactivo”  son, por desgracia, las que  habitualmente  ejecuta, incluso  manu militari  (que nos estremece si recordásemos la historia de la Gestapo nazi), la Agencia Tributaria o, por mejor decir, alguno de sus funcionarios.

Nos parece rotundamente  impropio  y también  inconstitucional.

¡Bien está que el criterio de funcionarios del sistema tributario --aun a pesar que su preparación sea claramente sesgada, miope y obsesiva en línea con el afán recaudatorio ayuno de cualquier otros conocimientos pluridisciplinares o especialidades profesionales que aquéllos no tienen por qué saber y de hecho desprecian olímpicamente-- acabe prevaleciendo!.

Pero lo que es contrario a la seguridad jurídica (valor constitucional que, por cierto, debe inspirar todas las actuaciones y sentencias) es que las opiniones de la AEAT tengan efectos retroactivos. Como si los ciudadanos, además de ser expertos en Derecho Tributario, encima tuviésemos que ser  ‘adivinos’  de lo que a alguien venga a ocurrírsele que es simplemente ‘más’  (solamente eso: ‘más’) cierto. [Y si no  ‘adivinamos’¡zapatazo!].

Además, esta prerrogativa es doblemente antijurídica porque implica una  ‘desigualdad de armas’  (que se dice en términos judiciales) entre un funcionario (que, como tal está --no lo olvidemos--  al servicio de  los ciudadanos y no al revés), y el contribuyente que, entre otras cosas, costea la existencia de ese funcionario y el que cobre un sueldo… pero ¡“porque vele por el interés  ‘general’  de la convivencia nacional”! (y no para que simplemente  ‘recaude’  de cómo y dónde mejor le parezca).

Los tributos (según --felizmente-- recoge el art. 2.1  de la Ley General Tributaria) están para “servir como instrumentos de la política económica general y atender a la realización de los principios y fines contenidos en la Constitución que es --¡ojo con esto!--  LO ÚNICO que los legitima, al tiempo que LO ÚNICO que permitirá  realmente  satisfacer la ‘oportuna’  recaudación para  subvenir a esos --¡y no otros!-- “principios y fines contenidos en la Constitución”.

Porque SI NO HAY  suficiente  “actividad económica nacional”, TAMPOCO HABRÁ --conforme se está comprobando en tiempos de recesión-- posible ni  SUFICIENTE  “recaudación”. Y, por tanto, es una  idiotez  (incluso por mucho que lo digan  con pavorosa estulticia  los del BCE) querer ‘recaudar por recaudar’  impuestos  desatendiendo su finalidad de “servir” a “la política económica general”.

Pero sobre esto seguiremos hablando en días sucesivos.

Prof. Dr. Fernando Enebral Casares


viernes, 19 de julio de 2013

El exministro y bachiller Pepiño Blanco es absuelto o exculpado de tráfico de influencias




 
En uso de pública doctrina jurídica  (véase referencia del 27/07/2010 al margen),  reproducimos el comentario de Hermann Tertsch aparecido hoy en ABC de Madrid sobre una resolución del Tribunal Supremo que  no acoge  que el exministro socialista, y simple bachiller, Pepiño Blanco, incurriese en  tráfico de influencias  a pesar de ser notorio que era personaje omnipresente en la escena española. Porque estar, o no, en alguna salsa no supone  ‘traficar’  en ella.

Imaginamos que la propia resolución es buen ejemplo de lo que asienta:  el  indudable  ‘peso’  que en ella haya podido, o no, tener la proyección pública del enjuiciado, no ha de tomarse como condicionante o comercio para emitirla.

De todos modos, si usted no ha llegado a exministro siendo simple bachiller, tampoco nos atreveríamos a  licenciarle  a que imite al absuelto.

Dejando claro, además, que no entramos en el fondo del asunto. Tan sólo citamos el comentario en línea a como le adjuntamos con el chiste alusivo a la  cancelación de ‘primarias’ del PSOE  en Andalucía… en vista que ninguna otra candidatura, aparte de  Susana Díaz,  ha llegado a tiempo.

¡Enhorabuena a Susana y Pepiño! Así da gusto ¿no?