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Reflexiones pluridisciplinares sobre la actualidad reseñada en los medios de comunicación

miércoles, 30 de julio de 2014

Eximir de plusvalías a los ancianos para que puedan sobrevivir vendiendo sus activos








Acaba de anunciarse que los mayores de 65 años podrán vender sus activos patrimoniales sin tener que tributar por eventuales plusvalías generadas en ello, pero siempre y cuando destinen tales rendimientos a suscribir productos financieros de ‘renta vitalicia’.

Semejante medida estaba sin duda en el trasfondo de la reflexión que este blog publicó el 6 de enero de 2011, en plena tormenta inmobiliaria, y que transcribimos a continuación.

No obstante, la actual propuesta gubernamental abre interrogantes --al imponer esa condición de suscribir instrumentos financieros que proporcionen una renta vitalicia-- que no parecen satisfacer los presupuestos (fundamentos) económicos, filosóficos y sociológicos que inspiraban aquellas reflexiones.

Porque si la exención de rendimientos --tan diferidos, además, en el tiempo-- de ventas patrimoniales terminase engordando las fauces insaciables de la usura bancaria, esto sería completamente intolerable.

Sin embargo, algo es algo. Algún nuevo camino alumbra.


--  Una reflexión sobre ‘el ladrillo’ --
por el  Dr. F. Enebral Casares


En cuanto al sector de la construcción, su funcionamiento e implicaciones generales es un tema complejo. Ciñéndonos al posible bucle especulativo (de compra-ventas sucesivas) que aparezca, hay que advertir que su existencia no es solamente porque las viviendas son un bien inelástico cuya tasa de demanda es suficientemente mantenida, sino muy principalmente porque constituyen objetivo del ahorro que nos garantice estabilidad económica.

Este constituirse en destino para el ahorro familiar basándose no sólo en la permanencia de su valor sino incluso en su progresiva revalorización (empujada, como decimos, por la constancia e inelasticidad de su demanda) representa muchas más ventajas sociales generales que inconvenientes, y no hay por qué alarmarse por ello, sino apoyarlo.

En efecto: la economía familiar está orientada esencialmente a la supervivencia, la cual, con el tiempo, lleva consigo una constricción de actividades al tiempo que unas paradójicas mayores exigencias monetarias para sobrevivir, y desligadas del trabajo que los ancianos yo no pueden realizar. Es entonces perfectamente razonable que la familia tenga la opción de recuperar una suficiente rentabilidad de la inversión que en su día hizo al comprar una vivienda, cuando se plantee substituirla por otro tipo de domicilio (reducido, compartido, rural, asistencial,...). Y es, por tanto, aceptable y razonable que las viviendas vayan revalorizándose en un porcentaje que emule el que obtienen otros agentes económicos, y que no parece factible que sea inferior a un 4 ó  6%, es decir: que compense el incremento del índice de precios,  y atenúe la desvalorización  por su uso y vejez.

En estas condiciones, la absorción de mano de obra de diversa índole, y de la gran variedad de productos implicados en la construcción, representa un importantísimo motor de la actividad económica general del país; en tanto que las distorsiones que aparezcan en accesibilidad real a una vivienda pueden paliarse por los gobernantes con diversas medidas que aquí no es lugar apropiado para exponerlas, pero que, desde luego, en ningún caso consistirán en una subida genérica de impuestos, o de los tipos de interés, que entorpecerían aún más esa accesibilidad.

Por otra parte, los salarios no cabe tratar de orientarlos 'hacia el consumo', porque es un derecho humano inalienable el del ahorro como legítimo intento de garantizarse la estabilidad de la propia subsistencia en el futuro. Las retribuciones son para sufragar tanto los gastos oportunos como los ahorros que nos respalden en el tiempo. Y, en este aspecto, será preferible poner nuestros ahorros en inversiones fácilmente revertibles en liquidez cuando así lo necesitemos.





Chiste sobre la exigencia connatural de solidaridad con los pobres








Nos es grato reproducir el chiste que hoy publica “El País” en el que se representa con acierto la inevitable exigencia  --connatural a la condición humana-- de solidaridad  hacia los más desfavorecidos, y que enunciábamos aquí el pasado día 19.

Porque NO se trata TANTO de ser justo, y ni siquiera filantrópico, SINO crudamente INTELIGENTE.


Si no, es confesar ser uno, aún, salvaje ‘neanderthal’.



Más ejemplos de apretones de manos







Abundando en lo apuntado sobre ‘posibles’ simbolismos que se emplean en los apretones de manos con que se inician o ratifican diálogos, traemos aquí oros dos ejemplos aparecidos en la prensa de hoy.


martes, 29 de julio de 2014

Barbaridades tributarias 3) - Reducir el tipo máximo







Cuando hace dos años Hollande propuso que las rentas del trabajo (sólo ellas) tributasen al 75% cuando fuesen superiores a un millón de euros, el Consejo Constitucional francés se lo echó abajo por diversas --y discutibles-- razones ‘de planteamiento’, como --por ejemplo-- que introducía una desigual aplicación tributaria al gravar ‘el trabajo’ y no ‘el capital’, o adscribirlo ‘al individuo’ y no a ‘la unidad familiar’, u otros tecnicismos. Pero --parece-- no al hecho de una especial progresividad en sí  en el impuesto. Puede leerse, en imagen al margen, lo que dijo, en concreto, sobre el art. 12 de la Ley de Finanzas para 2013 propuesta.

Compárese lo argüido por el Consejo francés con lo dicho aquí por nosotros el pasado sábado 19, y se verá una substancial concordancia.

De ella se deducen, por otra parte, nuevas precisiones.

En primer lugar, ya hemos dejado dicho el criterio fundamental por el que se justifica que el Estado nos quite lo que con tanto trabajo --para el común de los mortales-- nos ha costado tener: el que si alguien no cumple por propia iniciativa con la exigencia ‘existencial’, intrínseca en toda persona, de la Justicia Social por la cual deberemos COMPARTIR lo nuestro con aquellos que más que nosotros lo necesiten, entonces --y sólo entonces--, llegue el Estado y NOS LO HAGA cumplir mediante un régimen tributario REDISTRIBUTIVO.

Pero ¿qué quiere decir esto? Pues que --tal como apunta el Consejo Constitucional francés en su considerando 68 para inducir allí, acertadamente creemos, ‘carácter confiscatorio’ a un impuesto que no contemple desgravaciones-- LOS TRIBUTOS, en cuanto que suplen la inacción solidaria de los ciudadanos, MERECEN REDUCCIONES  en la medida que el contribuyente pruebe que está dando un destino socialmente eficiente a los bienes (dineros) que ‘administre’ (pues recordemos que “los bienes se tiene como propios, pero han de ADMINISTRARSE como si fueren ajenos”).

Por tanto, el impuesto sobre las rentas puede ser todo lo alto que se juzgue oportuno para suplir la inacción solidaria del contribuyente, pero… todo lo DESGRAVABLE que corresponda cuando pruebe su acción eficientemente solidaria’.

Esto se ve --y se aplica-- todos los días, y fácilmente, respecto de organizaciones que sin ánimo de lucro prestan valiosos servicios sociales. ¿Alguien, en su sano juicio, gravará fiscalmente el dinero con que cuente… pongamos… la Fundación Padre Ferrer, o la Cruz Roja, o la Iglesia Católica u otras confesiones religiosas, u ONGs, que demuestren el destino socialmente eficiente de su capital humano y fiduciario?

Pues generalícese el criterio, y que los funcionarios de Hacienda y Agencia Tributaria también se ganen así dignamente el sueldo estrujándose sus meninges en delimitar qué acciones de un supermillonario o una superempresa merecerán desgravaciones por reputarse realmente ‘redistributivas’ de renta.

Pero el que no ‘redistribuye’, … ¿a cuento de qué se le va a poner un máximo tributario RIDÍCULAMENTE pequeño en comparación con la ENORMIDAD de dinero que maneja?

Que a uno que gana más de un millón se le grave con un 45%, y que a quien gane dos mil (500 veces menos) se le quite un 30% (tan sólo una 0,333 vez menos que al que gana 500 veces más) es toda una barbaridad tributaria, se ponga uno como se ponga.

Porque al primero, un 75% (como sugería Hollande) de su renta LE SOBRA POR COMPLETO para su vida cotidiana, ¡NI SE ENTERA!  si se le resta. Mientras que al segundo, ese 30%  LE ALTERA POR COMPLETO  su cobertura de necesidades legítimas (cuidados de salud, formación cultural y laboral, contar con vivienda, atender una familia, etc).

Por lo que un régimen tributario en que el millonario pague un 45% y el asalariado un 30% es seguro QUE NO es ‘redistributivo’. Y, por ende, es COMPLETAMENTE injusto e INJUSTIFICADO.

Y aplíquese también este mismo criterio, mutatis mutandi, a las empresas (desde las grandes multinacionales, a las pequeñas familiares unipersonales).

Porque los impuestos --recuérdese-- NO SON para ‘recaudar’, sino para ‘redistribuir’.


Prof. Dr. Fernando Enebral Casares