Los epicenos, en peligro de extinción
Un ‘epiceno’ es un adjetivo o un nombre común que representa o se aplica, invariante, tanto a los sujetos masculinos como a los femeninos. Pueden adscribirse a la condición o cualidad que manifiesta una persona, o a los cargos, profesiones u oficios que desempañan; o para designar las especies animales.
En concreto, son epicenos muchas palabras que terminan en ‘e’, como gente, exigente, intolerante, corriente, moliente, doliente, golfante, danzante, repelente, intransigente, repugnante, delincuente, imprudente, intratable, impertinente, insoportable, ignorante, mequetrefe, badulaque, ... y también otras desgraciadamente en progresiva extinción por la escasez ‘galopante’ (otro epiceno) de sujetos a los que aplicarse: solvente, brillante, competente, insobornable, sapiente, intachable, inmejorable, inteligente, …
No es éste el riesgo, por cierto, de los cargos de presidente o vicepresidente, que proliferan como anófeles sobre charcas, pero que quedan obviamente incluidos entre los epicenos, y son, por tanto, invariantes independientemente del género --masculino o femenino-- de quien los desempeñe. Igual que jurista, ebanista, periodista, ciclista, artista, economista, electricista, etc.; y que, aunque acaban en ‘a’, se adscriben indistintamente a unos u otras; y a nadie se le ha ocurrido, que sepamos, rasgarse las vestiduras por que al señor Zapatero, muy macho él --suponemos--, se le diga ‘socialistA’, terminado en una ‘a’ la mar de femenina; aunque, realmente, más pareciera cuadrarle ‘zapaterista’, es decir: ¡todo!, con tal de seguir en el machito enriqueciéndose aun a costa de arruinar definitivamente a toda España.
Pero, por mor de la estupidez que muestran muchos de los actuales académicos españoles de la Lengua que ocupan sillón gracias al ‘intercambio de cromos’, es decir, al tejemaneje y cambalaches con que juegan diversos grupos de amiguetes que esconden su corrupción bajo el blanqueado nombre de ‘grupos de presión’, los epicenos están auténticamente ‘en peligro de extinción’. Porque estos buenos señores que, algunos, no pasan de novelistas, cuentistas u otro tipo de, en definitiva, engolados escribientes, se apuntan en tropel al amparo de los analfabetos que, por serlo, se inventan barbarismos sin descanso y hacen acabar en ‘a’, so pretexto de feminismo, palabras que son genéricos unisex.
Y así, ahora resulta que la De la Vega es VicepresidentA, a pesar que se trata de un cargo cuya nominación es, por definición, independiente de quién lo ejerza, y aunque su AídO del alma no se atreva a cambiarse el apellido (pero sí, a gastarse 26.000 € en hacer mapas de clítoris para masturbar); y una señora Magistrado se ha convertido en algo tan disparatado y malsonante como ‘juezA’. A este paso, y con los gallegos que se empeñan en hablar castellano antiguo usando aún las ‘f’ en vez de las ‘h’, los vascos que trayendo de aquí y de allá vocablos --como democracia, justicia, etc., que no tenían-- se inventan una suerte de ‘esperanto’ atiborrado de te-zetas, y un catalán que se afana en quitar las ‘oes’ de cierre (ejemplo: concurs de tir al plat) y añadir ‘tes’ de remates (véase el agudo chiste de Mingote), el español va a ser sólo para ignorantAs… ¡eso sí!: muy ‘leídAs y escribidAs’: ¡faltaría más!…
Javier de Fernando
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