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jueves, 24 de julio de 2014

Barbaridades tributarias 2) - Ser despedido y encima pagarles el sueldo… a los de Hacienda







A la vista de lo ya publicado el otro día, pareciera algo aclarada la polémica por el anuncio del Sr. Montoro de irse a gravar las indemnizaciones por despido que los trabajadores pudieren cobrar. (O sea: encima de despedidos, pagarles el sueldo… ¡a los de Hacienda!).

Porque todo se reducirá a saber quién las cobra y cuánto cobra.

En este sentido, el Ministro de Hacienda ha defendido que esas indemnizaciones por despido, tributen. Nada que objetar… siempre y cuando se refiera D. Cristóbal a indemnizaciones millonarias que ninguna justificación social, ni empresarial, ni laboral tienen, sino sólo la desmedida avaricia de los implicados.

Pero NO han de tributar, obviamente, esas compensaciones económicas, imprescindibles por imperativo de Justicia Social tanto como por necesidad para la Economía General y para dar tiempo a que el despedido pueda encontrar nuevo trabajo con el que --no olvidemos-- va a beneficiarse TODA la comunidad.

Porque todos dependemos de todos. ¿O acaso le serviría de algo a alguien el tener mucho, muchísimo, dinero si luego no iba a poder comprarse ni un pirulí que echarse a la boca… ¡porque todos estuviesen en el paro, sin trabajar!?

Es lo que nos recuerda la fábula del rey Midas, a quien se le hicieron chiribitas los ojos, avaros, cuando su genio de Aladino le ofreció convertir en oro cuanto tocase…  Mas ¡ay! que, entonces, el más que tonto rey murió en seguida de hambre… porque el oro no se come

Lo mismo sucede con el trabajo: ¿de qué serviría tener ‘uno’, si nadie más lo tuviere y, entonces, nada pudiéramos INTERCAMBIAR con otros?

El trabajo es un bien DE TODOS. Y todos debemos esforzarnos en que TODOS tengan alguno DIGNO Y SALUDABLE. ¡Hay que movilizar todos los recursos de que dispongamos! Y si alguien no lo hace por propia iniciativa, entonces… (pero NO antes) que llegue Hacienda y nos lo haga por él.

Por nuestro propio bien: sí. Pero porque --repetiremos-- TODOS dependemos --inevitable, indefectible, ineludiblemente-- DE TODOS: “nuestro PROPIO BIEN” sólo LO ES CUANDO es también el DE TODOS.

Por eso es por lo que es atentado también A TODOS que haya algunos espabilados que quieran aprovecharse de una norma imprescindible --la de indemnizar por despido-- lucrándose desorbitantemente de ella. Y si lo hacen, que lo paguen: tributando incluso el ciento por ciento --por idiotas avaros-- con que ‘REDISTRIBUIR’ su intento de renta desorbitada, para que redunde en los más necesitados.

Por tanto, Sr. Montoro, lo tiene usted muy fácil: aplique estricta y universalmente el art. 31.1 de la Constitución, y no se me arrugue ante los avariciosos.

Pero no cometa la enorme barbaridad tributaria de querer ‘recaudar’ a todo trance, olvidando que la recaudación SÓLO está justificada PARA ‘REDISTRIBUIR’.

Prof. Dr. Fernando Enebral Casares


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