

Quienes retransmitieron por televisión para España
el partido final del Mundial de Fútbol 2014
celebrado ente
Argentina y Alemania,
no dudaron ni un momento que
el supuesto
‘despeje’ del portero alemán, Neuer,
arrollando a Higuaín tras noquearle con un tremendo rodillazo en la mandíbula,
era un penalti como una catedral. Pero
además,
merecedor de expulsión automática del tan brutal agresor, que
a punto estuvo de decapitar literalmente al jugador argentino. Un golpe así puede
romper las cervicales y causar la muerte instantánea. Y hasta
el más lego en fisiología lo sabe. Con
mayor razón
el árbitro que,
por eso,
debió pitar inmediatamente
el castigo y
la expulsión del portero
por semejante
agresión cuya única justificación plausible sólo parece la
de lesionar gravemente al oponente.
Los porteros
gozan de protección en su área
pequeña.
Pero
de ningún modo tienen allí
patente de corso para atentar contra la integridad física y aun la propia vida de los
delanteros
del equipo contrario.
Menos aún en la linde
del área grande,
incluso rebasándola
con su atropello
hasta el punto que
su puño estaba ya fuera de esta demarcación (véase, arriba, foto 2).
PENALTI Y TARJETA ROJA DIRECTA FULMINANTES.
Pero dicen las
malas lenguas que el apocamiento italiano,
demostrado durante su injerencia en la guerra española (popularmente acuñado con
la frase “corren que se las pelan (las piernas)”, es proverbial en momentos críticos, y que las posibles presuntas severas instrucciones de Renzi para ganarse la simpatía de Merkel y que le disculpe sus muchas
faltas (económicas), pudieron agobiar
al pobre Rizzoli.
O sea: toda una
vergüenza internacional que debiera pesar como oprobio indignante para
cualquier europeo que se precie de serlo: serio, honesto, e
inteligente.
Adjuntamos una colección de imágenes
donde se aprecia sin lugar a dudas cómo Neuer
mete un tremendo rodillazo a Higuaín; rodilla con la que obviamente no iba
a jugar la pelota…
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