El matrimonio civil y el religioso y el sacramental
Reproducimos ahora las reflexiones publicadas en el Diario “YA” de Madrid, el viernes 20 de mayo de 1994, en su pág 15. Resaltamos especialmente de
ellas lo dedicado al aspecto
sacramental del matrimonio canónico regulado por la Iglesia católica; aspecto sobre el que ésta, y para nuestra
extrañeza, suele pasar como de puntillas…
Esta nueva transcripción prolonga, de algún modo, la
anteriormente recogida en este blog.
Compromiso y familia
¿La
simple convivencia entre personas constituye ya una familia? ¿No es necesario,
además, un compromiso explícito y específico?
además, un compromiso explícito y específico?
La creación de un "registro"
para "parejas"
en algunas localidades, o la recomendación de la ONU de congelar la población
mundial en 7.000 millones para el
año 2000, e incluso los debates sobre poligamia
y cristianismo habidos en el Sínodo
de África, junto con la celebración en La
Laguna (Tenerife) y Madrid de sendas "semanas" o congresos
teológicos sobre la familia, su
significado y su inserción sociocultural, nos hace preguntarnos, en primer
lugar, si acaso la simple
convivencia entre personas
constituye ya una "familia". Nosotros creemos
que no, que ésta requiere un compromiso explícito, específico
y publicado, que excede del mero
compartir una habitación y algunos goces. Pero
¿compromiso civil o
religioso?
Si fuese "civil", es obvio que
estaríamos ante un acuerdo público de compartir
aspectos jurídicos y sociales de la vida, incluida la
responsabilidad meramente "ciudadana" de cuidar a los hijos. Pero si quisiéramos darle un carácter religioso "natural" en el
hombre, que le viene de asumir su condición de creatura —el ser "una
creatura más" dentro de la Creación— y que le insta a la solidaridad, el respeto y el esfuerzo
para alcanzar la mejor armonía
universal, es la religiosidad
del Génesis y del Antiguo Testamento que nos lleva, por cierto, hacia un
ponderado "ecologismo" para gobernar la Tierra sin expoliarla,
y que, en el ámbito personal, exige el respeto al cónyuge y hacia la prole, su cuidado, su apoyo y su defensa. Esto supone ya todo un
"compromiso común", una aceptación
conjunta de normas de comportamiento,
que es mucho más que un solo "contrato" civil con que repartirnos
haciendas y competencias. Sería ya un auténtico núcleo familiar, matrimonio religioso, pero no "sacramental"
todavía.
Porque este segundo tipo
de matrimonio religioso, el "sacramental",
nace de la nueva dimensión religiosa
del hombre desvelada por el Nuevo Testamento, y por la cual el ejercicio de
nuestro albedrío no nos será ya
juzgado sólo desde una perspectiva puramente individual, sino
por hasta qué punto hemos cooperado al acervo
común de méritos y deméritos que nos abrió la encarnación de Cristo. Este
es el significado de "la Nueva
Alianza": el de la unión de Cristo con su Iglesia, que el matrimonio cristiano simboliza, y por
el cual es "sacramento".
¿Cuál es, pues, el contenido
específico de éste? El compromiso consciente y libérrimo de compartir en el futuro los méritos y deméritos que
merezcamos por la serie de elecciones
íntimas que vamos haciendo cada
día. Elecciones, por lo demás, que siempre acaban reduciéndose a si asumimos con serenidad
y espíritu de cooperación
nuestro papel en la vida, o por
el contrario a si nos
empeñamos en anteponernos a todos y a todo para nuestra exclusiva
—aunque efímera— satisfacción.
Pero está claro que
un matrimonio constituido mediante un tipo así de compromiso, de compartir méritos y deméritos, implica en los cónyuges una
condición biunívoca y de continuidad
que cuadra perfectamente con la monogamia.
Dentro de ella estarán contenidas ya
todas las mismas reglas que tenía el
matrimonio "natural",
pero completadas ahora con
otras como la "paternidad
responsable" de tener hijos
desde el "recogimiento" de quien se conoce capaz de engendrar personas
a quienes procurar orientar luego
también hacia el Creador. Este sentido trascendente
será una nueva fuerza nucleadora de la familia que emergerá como "escuela de ciudadanía" donde ejercitar las virtudes sociales del respeto, el mutuo apoyo, la paciencia, la comprensión y la complementación.
De igual modo, y desde el matrimonio como forma de compartir méritos y deméritos "a imagen y semejanza de la unión que la Nueva Alianza reveló entre
Cristo y su Iglesia", muchas dudas sobre moral matrimonial y sus
diferencias con otras formas de cohabitación se desvanecen, mientras cobra nuevo sentido la vida en familia: el sentido luminoso de compartir
proyectos y caminos... hasta la eternidad.
Profs. Drs. Ana María y Fernando
Enebral Casares
(Dra. en Teología y Dr. en CC. Información)
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