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Reflexiones pluridisciplinares sobre la actualidad reseñada en los medios de comunicación

viernes, 9 de enero de 2015

Recientes grandes pelotazos en Bolsa perjudican gravemente a millones de los pequeños ahorradores que son quienes sostienen la actividad económica del país aun a pesar de Bruselas y de nuestra desnortada Agencia Tributaria que también les toma por suculenta carne de cañón para su cinco por ciento





Últimamente hemos presenciado con pasmo la desfachatez de maniobras financieras de grandes empresas de las que sus mayores accionistas, con tal de sabrosos ‘pelotazos’, han detraído millones y  millones de los humildes que, en cambio, con el trabajo de toda su vida y grandes esfuerzos y sacrificios cotidianos, habían contribuido al sostén y crecimiento de ésas cuando con los pocos ahorrillos que lograban reunir les compraron algunas de sus ‘acciones’.

Me refiero --al margen de otros derrumbes acaecidos cuando se han desvelados situaciones corruptas imposibles ya de seguir encubriéndolas-- a dos recientes ‘ampliaciones de capital’ que más propiamente parece que deberían haberse llamado incrementos brutos patrimoniales de sólo unos cuantos a costa de todos los demás.

El primero de ellos lo ha protagonizado hace poco Endesa que, pese a haber informado amplia y anticipadamente --lo cual es muy loable-- de sus propósitos y forma de llevarlos a cabo, no dejó de suponer, finalmente, que sus ‘acciones’ o (para mejor entendernos los profanos) ‘participaciones en Bolsa’ --es decir: el dinero con el que quien quiera puede contribuir a sostener la actividad empresarial mediante comprarle una parte ínfima de la muchedumbre de las que componen todo el  patrimonio monetario que necesitan para existir-- cayesen de un día a otro ¡hasta la mitad! de su valor o ‘cotización’

Lo cual supuso, obviamente, que quien el día D tenía un número N de ‘acciones’ valoradas cada una en H euros (o sea, tenían allí ahorrados ‘N por H’ euros), al día D+1, una vez realizada la ampliación de capital  (esto es, la puesta en venta de millones de nuevas ‘acciones), el precio de cada una de ellas cayó a su mitad (para animar a la gente a comprarlas, y por la ley de oferta y demanda: mucha oferta hunde el precio); con lo cual quienes habían metido antes sus ahorrillos en esas ‘acciones’, ¡perdieron la mitad! de lo que les valían.

De modo que el humilde ahorrador que, con toda su buena voluntad de contribuir a que haya empresas que rindan servicios necesarios y empleen a trabajadores, había puesto sus ahorros en la finalidad social de apoyar la vitalidad económica del país mediante comprar ‘acciones’, fue duramente castigado con la pérdida de ¡la mitad! de lo ahorrado durante --tal vez-- toda su vida.

¿Quiénes, entre tanto, habían dado ‘el pelotazo’ del siglo? Quienes el día D vendieron rápidamente todas sus ‘acciones’ a H euros, y el día D+1 volvieron ahora a comprarlas por la mitad de lo que las vendieron ayer. Es decir, ¡duplicaron su dinero!: siguieron teniendo el mismo número de ‘acciones’, pero se llevaron al bolsillo ¡otro tanto! ‘en efectivo’ contante y sonante. Algo así como la estafa de la pirámide’: que el primero que compra (en este caso, ‘vende’) es el que se enriquece a costa del último que lo hace (que lo pierde todo para que los primeros se lo lleven todo).

¿Fue bastante el haber anunciado esa ‘ampliación de capital’ con meses de antelación? Creemos que no. Debió advertirse --además-- de sus resultados. Para que los humildes ahorradores --que son quienes cumplen excelsamente la labor social de mantener la actividad empresarial para dar trabajo y rendir servicios a la comunidad-- pudieran también haberse beneficiado EN LA MISMA MEDIDA que los prebostes; en vez de haberles costeado a los demás su enriquecimiento.

¡Pero mucho más grave ha sido lo acaecido en el Banco de Santander!: su flamante nueva Presidente --y no es errata: es ‘Presidente’; porque los cargos son unisex (epicenos)-- ha sorprendido con un acuerdo de ampliación de capital del que nada se había dicho, y --encima-- mientras que el servicio informático del Banco, por ‘cambiar’ --¡qué casualidad!-- su página web, impedía a sus clientes ‘humildes’ acceder a las cotizaciones de Bolsa porque --¡nada menos!-- se había ¡suprimido! de su menú la opción de ver la evolución de ellas.

“Incidencia informática” lo llamaban en ‘atención al cliente’. Una ‘incidencia’ que igualmente habrá permitido a algunos vender sus acciones a X euros, para volver a comprarlas --unas horas después de la imprevista ampliación de capital-- a un precio muy inferior (más de un 14% inferior) al obtenido cuando las vendieron el día antes. ¡Menudo pelotazo!

¡Para que luego ahora, con los últimos desvaríos del Sr. Montoro (que no da una ‘a derechas’ ni por casualidad), llegue la Agencia Tributaria --que vive ‘a comisión’ del 5% de lo que ‘dice’ que ‘debería’ recaudar (que ni siquiera es sobre lo que legalmente recaude finalmente en firme)-- y se lleve, aún, más de la quinta parte de esos ahorrillos si el honrado y acogotado trabajador --que no, comisionista-- se ve en la necesidad de vender las ‘acciones’ que logró comprar ¡hace muchos años!…!

Pero, en cambio, ‘se traga’ lindamente el sapo de la especulación de los que venden hoy para recomprar mañana mismo, y exime esto de impuestos… ¡Oléeee!


Dr. Prof. (en CC. Económicas)
Fernando Enebral Casares



4 comentarios:

A las 17 de mayo de 2016, 15:29 , Anonymous Anónimo ha dicho...

En realidad si se dice presidenta...

http://www.fundeu.es/escribireninternet/presidenta/

 
A las 17 de mayo de 2016, 15:30 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Si que existe presidenta

http://www.fundeu.es/escribireninternet/presidenta/

 
A las 19 de mayo de 2016, 1:03 , Blogger Agencia de Prensa ha dicho...

Mi estimado 'Anónimo':
En relación con la dirección de internet a que nos remite, diremos, en todo caso, que resulta divertido que nos venga a dar lecciones de español una entidad que, por su nombre, parece practicar resucitada modalidad del dialecto provenzal que era una variante obviamente 'provinciana' del lenguaje románico o romance, raíz del español, el francés, el italiano, o el rumano. Otros dialectos del ámbito románico no pasan de ser 'localismos' de corte rural, incultos, fósiles, o provocados en ocasiones por un aislacionismo procedente de la desconexión demográfica, de la 'paranoia' del feudo o del feudal, o… del subdesarrollo comparativo. Como el decir, por ejemplo, "concurs de tir al plat" (en catalán), en vez de "concurso de tiro al plato" (en español).
Y es en este mismo orden de degradación de los códigos de comunicación (gramática) --degradación por creciente entropía surgida de la incapacidad del uso preciso y unívoco de esos códigos-- está el que se incorporen --casi siempre con un originario sentido despectivo (y por eso doblemente repudiable)-- adaptaciones de sustantivos a las diferentes personas --todas, en cuanto humanas, de igual dignidad-- que los ostentan: como rubiales, blancón, negrito, morenazo,… o que el final 'epiceno' del término lo cambien por afán de que describa la peculiaridad del sujeto: en vez de 'animal', 'animala'; o en vez de 'presidente', presidenta'...
Yerra, por tanto, a nuestro entender, toda esa larga disquisición semántica que la fundación de referencia nos hace. Es mucho más simple y contundente que toda ella. Se trata de que los cargos y las profesiones son 'epicenos' (es decir, unisex, invariables con independencia del sexo que las ejerza), y el amoldar su final a la persona implicada es, como decimos, más bien un insulto (un menosprecio) que un halago.
El 'periodista', el 'socialista', el 'jurista', o el 'fumista' (pongamos por caso), seguirán siendo varones aunque sus 'profesiones' (de 'profesar' una creencia, conocimiento o habilidad) acaben en 'a'; y a nadie en su sano juicio podría ocurrírsele llegar a 'quejarse' de que su denominación acabe en 'a': porque no existe ese 'complejo de inferioridad' demencial, y por el cual aparece una especial hipersensibilidad que lo único que demuestra es que no está en sus cabales quien la padece. El dimorfismo sexual es descrito por el artículo, y no por la terminación: 'el' policía, y 'la' policía. ¡Menuda memez batallar por 'el policío'...!
Por eso a nosotros jamás se nos ocurrirá decirle, verbigracia, a Ana Botín --que, por cierto, he coincidido con ella en alguna ocasión en situación de 'inmediatez de contigüidad', que diríamos--, señora 'presidenta' (y con minúscula), en vez de Señora 'Presidente' (y con mayúscula): porque sería REBAJARLA de categoría INJUSTAMENTE. Y quien diga lo contrario, pues... simplemente le recomendaríamos jocosamente que tome un poco de 'fosglutén'...

 
A las 19 de mayo de 2016, 1:39 , Blogger Agencia de Prensa ha dicho...

Por cierto que, sobre esto de los epicenos, ya el 22 de febrero de 2010 publicamos en este blog un comentario titulado "Los epicenos, en peligro de extinción", http://peso-press.blogspot.com.es/2010/02/los-epicenos-en-peligro-de-extincion.html

 

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