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lunes, 14 de noviembre de 2016

De la necesaria y urgente FUNCIÓN SOCIAL DE LA BANCA





Abundaremos hoy en perspectivas por las cuales se hace URGENTE Y NECESARIA  la  ‘FUNCIÓN SOCIAL DE LA BANCA’  que razonábamos ayer. Es transcripción de lo que publicamos el viernes 4 de abril de 1997 en la p. 8 del Diario “YA”, al año de llegado al Gobierno en 1996 el Partido Popular.   

de   LA  FUNCIÓN SOCIAL  DE LA BANCA


      « La desaparición de Ruiz Mateos y Mario Conde del mundillo bancario ha reconducido el negocio de la banca a su más puro estilo fi­nanciero, de aceptar depósitos de dinero de la gen­te y, hasta tanto no haya que devolvérselo, prestár­selo a otros cobrándoles intereses. Mas fijé­monos que este planeamiento funciona en vir­tud de la 'esperanza matemática' de que `no todos' los depositarios querrán recuperar su di­nero 'al mismo tiempo', por lo que los bancos, entre tanto, hacen uso de él. Pero para no pi­llarse los dedos, sólo conceden crédito a quie­nes ya tienen patrimonio con que responder, y les cobran, además unos intereses más al­tos de lo estadísticamente necesario. También, claro, cuidan de mantener una cierta liquidez por si hubiere muchos que de pronto quisieren su dinero.


Lo malo de esta forma de actuar es que  no crea  riqueza,  sino que  especula  con ella. No redistribuye la masa monetaria, sino que  hace bue­no el refrán de "a perro gordo, engordarle el ra­bo" y "a perro flaco, todo son pulgas". Y acaba fa­voreciendo a indeseables más que a las personas hon­radas y pequeñas empresas, que se ven a veces, apuradas y sólo pueden aportar su honestidad como garantía. Más aún: según se dijo gráficamente en la reciente Cumbre de Washington sobre el microcrédito, lo grave de los pobres es que 'ni siquiera tienen  dinero  para salir  de pobres'.

¿Cuál es el resultado 'social' de esto? Que disminuye el con­sumo de la gente común, que se ve sin dinero para comprar bie­nes necesarios, aunque no habituales. Y claro: si los comprado­res no compran, los fabricantes no fabricarán y los obreros y pro­fesionales tampoco tendrán trabajo. El resultado es una INVOLU­CIÓN progresiva de la actividad económica, ante la que los ban­cos se hacen cada vez más recelosos, suben más los tipos de in­terés, prestan menos a precisamente quienes más lo necesitan..., y vuelta a empezar HASTA EL COLAPSO.

      Por contra, el negocio bancario  DEBERÍA SER MOTOR  de la eco­nomía. Para ello deberían basarse en la misma 'esperanza ma­temática' por la que usan el dinero de los deposi­tantes confiando en que no todos querrán sacarlo al mismo tiempo, pero aplicada ahora a otros supuestos. El primero de ellos sería que no to­dos los deudores les van a fallar simultánea­mente. Y, por consiguiente, con los 'muchos pocos' de pequeños intereses cobrados en mu­chos pequeños créditos concedidos a muchas personas honradas, van a mejorar sus resultados más que con 'pocos muchos' de gran­des intereses cobrados a unos cuantos. Aque­llos 'muchos pocos' cubrirán con creces los riesgos de fallidos y contribuirán a  REDIS­TRIBUIR  la riqueza, promover el  consumo  y la producción, REDUCIR EL PARO  y aumentar los ingresos de todos a medio plazo. En cambio, la política torpe y cicatera de 'ama­rrar' conduce a que todos --¡y los banque­ros también!-- se arruinen. ¡Gran miopía! Afortunadamente, la tesis del mi­crocrédito confiado 'a la persona' se ha abierto camino y en febrero pasado los Clinton y nuestra Reina apoyaron la idea en la Cumbre ya citada.

     Por otra parte, la banca tiene también que responder a otra responsabilidad social. Porque, por ser intermediaria de muchos pagos y cobros que se repiten con fre­cuencia --como recibos, sueldos, compras mediante tarje­tas o cheques, etc.--, dispone de enormes cantidades que no le provienen de dar y cobrar intereses por tener o pres­tar capitales, sino de la 'función social' de intermediación que está haciendo. Y debería continuar esta  función  me­diante aplicarlos a actividades  socialmente  útiles, es de­cir, a la creación y sostén de  fábricas  y  servicios  que ge­neran riqueza, en vez de a negocios especulativos.

Porque la banca, que es ya inevitablemente una 'función social' (la de facilitar las transacciones económicas), debe cumplir tam­bién con esta otra: la de CREAR Y REPARTIR riqueza, EN VEZ DE ¡parasitarla!. »


              Fernando Enebral Casares 





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