Luces y sombras de las 5 formas de cubrir los cargos públicos
Nosotros hemos
coincidido realizando tareas políticas y en la Administración del Estado desde
hace unos treinta años con Mariano
Rajoy. Al comienzo, en igualdad de estatus. Pero es sabido que siempre hemos
procurado ser personas serias y, por tanto, alejadas de camarillas, intrigas
cortesanas en pasillo alguno, o tentaciones ambiciosas más propias de
insensato paranoico que de mentalidad científica en todo el ámbito del
conocimiento…
En estos 30 años,
mucho me temo que haya habido varias ocasiones de disenso, incluso jurídico o
económico, rotundo pero que, por discreción, omito.
No somos, pues, ‘adictos’ a Mariano, al igual que jamás lo
he sido de persona mortal… por
sumarme al comentario del Duque de Gandía, Francisco de Borja, cuando en 1539 hubo
de identificar el cadáver, ya descompuesto
dentro de su féretro, de la que
fue bellísima esposa de Carlos V, Isabel de Portugal, tras darle escolta hasta la
ciudad de Granada por cumplir el póstumo encargo de ella…
Pero hay que reconocer, por
estricta objetividad, que éste ‘en
funciones’ es, hoy por hoy, la persona más
preparada para ejercer la presidencia
del Gobierno en este momento. Negarlo es delirio o necedad.
Sin embargo, y remedando la célebre frase final de
“Con faldas y a lo loco” (Billy
Wilder, United Artists 1959, Marilyn
Monroe, Tony Curtis, Jack Lemmon), de
que “Nadie es perfecto…”, el presente
inquilino
de la Moncloa adolece de lo que,
en otros ámbitos, sería sonada virtud: exceso de paciencia… que,
en vez de darle el merecido título de ‘San
Mariano’, nos hace echar en falta un que
otro ‘¡puñetazo en la mesa!”, ¡qué
caramba!: tanto cuando un tal Sánchez, en
pleno desbarre paranoico de obsesión mental, le acusa de lo que él mismo,
Pedrito, es el principal culpable (en cuanto Secretario que es del partido que
nos hundió en la quiebra y la
corrupción en Andalucía… ¡como para
que ahora clame por un ¡cambio! que supondría PURO REGRESO al desastre!); como cuando recientemente algunos funcionarios… digamos… en la inopia, le
meten goles como para ganarse cinco ‘balones
de oro’ de una sola tacada…
Porque esto último, y
no otra cosa, ha sido argüir que Soria acudía a un ‘concurso’ en el que haber sido Ministro le daba inenjugable
ventaja sobre otros… (Es --claro-- justamente no saber lo que es un ‘concurso’…)
Pues miren ustedes: hay cinco formas de cubrir puestos públicos: 1/ por ‘oposición’; 2/ por ‘concurso-oposición’;
3/ por ‘concurso’; 4/ por
‘libre disposición’; y 5/
por ‘comicios’ (o ‘votación’). Cada una, con sus luces (ventajas) y sus sombras (riesgos). Veámoslo
sucintamente.
1/ Por ‘oposición’.-
Es decir, mediante ‘examen’ o ‘prueba selectiva’ que consiste en responder a cuestiones
propuestas sobre extensos temarios específicos.
Es lo que se estila desde el principio de los tiempos… O sea: sin
pizca ni asomo de inventiva o ingenio.
¿Ventajas? Una
supuesta ‘objetividad’. Supuesta… si
no hay ‘chuletas’ u otros trucos de
por medio. Pero con
el tremendo riesgo de estar primando
facultades simplemente ‘memorísticas’
que sirven ¡de cine! para… ser,
por ejemplo, ‘cocineros’ pero… ¡mediocres!: que recuerdan los ingredientes que hay que
usar, en tiempo y forma y cantidad, y… ¡nada
más!. Facultades memorísticas que… ¡ojo!: también
se aplican a la resolución de problemas matemáticos
e ingenieriles (¡no se lo pierdan!) . Pero que… ¡es lo que hay!... Muy útiles para amanuenses
y muchedumbre de subordinados dóciles y…
tirando un punto a tontos…
2/ Por ‘concurso-oposición’.-
Consiste en añadir, a lo anterior, un
sumando relativo a la ‘experiencia’
(o ‘currículo’)
del aspirante: que nos dé mejor idea de si se adaptará más o menos a lo que
tendrá que hacer o resolver luego…
Bastante mejor, pues,
que lo anterior. Pero con el gran inconveniente que
cumple con el refrán de “a perro gordo,
engordarle el rabo”. Porque se basa en seleccionar
‘de entre’ los que ¡ya!
han trabajado lo suyo… Pero excluye obviamente a los que empiezan
su vida laboral,
o a quienes quizá, lícita e incluso muy acertadamente,
querrían variar
su derrotero…
3/ Por ‘concurso’.-
Es una suerte de ¡colmo! del
defecto que muestra lo anterior: aquí sólo se premia a
los que, ¡por las artes que sean! (por ejemplo, ‘hacer pasillo’, o destacar de ‘lameculos’;
o también por verdadera y encomiable valía, no lo negaremos), ¡ya! han ido escalando puestos… Es decir: “más de lo mismo”. Poca o ninguna esperanza de innovaciones,… salvo que el tenerlas haya sido (suceso ‘raro’) el motivo de sus ascensos…
4/ Por ‘libre designación’. - Imprescindible para ejercer funciones de ‘secretaría’ (gestión de
secretos) o similar. Es decir: que sean personas ‘de la entera confianza’ de quienes les nombran. Y contando con que, para ostentar esta confianza absoluta y
total, también habrán de ser --desde luego-- especialmente ‘competentes’ en su trabajo y
ocupaciones.
Pero es también excepcional ‘caldo de cultivo’ de
pandilla de inútiles ‘lameculos’,
sólo expertos en halagar al ‘jefe’ aunque sea mintiéndole sobre todas y cualesquiera cosas… con tal de no disgustarle… Por ejemplo: las camarillas de mequetrefes (=despreciables
en lo físico o lo moral) como,
en realidad, lo era --¡no era más que eso, en realidad!-- Hílter y son sus émulos.
¡Nada tan temible como estas ‘guardias de corps’ que siempre, como tropa de sanguijuelas vampíricas, intentan adherirse al poder y al que más lo ostenta
(o… ¡detenta!,
probablemente)!
Nefastas cohortes sólo prevenibles si ‘el jefe’ es lo bastante inteligente
como para rodearse
de colaboradores de su mismo o mejor intelecto y con los que siempre poder debatir con entera franqueza y superior humildad.
¡En esto
consiste el poder confiar plenamente en
alguien: que admitamos como normal, y propio
de su estimable inteligencia (incluso de esa suprema inteligencia que es tener ‘sentido común’), que nos ‘cante las
cuarenta’ con toda libertad... aunque con argumentos (incluso --desde luego-- con el socorrido e irrebatible de la intuición del “no me gusta, no me gusta” que Muñoz Seca puso en boca de Moncada en “La venganza de Don Mendo” cuando 'la caza con farol'…)!
cuarenta’ con toda libertad... aunque con argumentos (incluso --desde luego-- con el socorrido e irrebatible de la intuición del “no me gusta, no me gusta” que Muñoz Seca puso en boca de Moncada en “La venganza de Don Mendo” cuando 'la caza con farol'…)!
5/ Por último, la
selección hecha mediante ‘comicios’
o ‘votación’ manifiesta en un conjunto.- Probablemente sería el mejor procedimiento… ¡‘teórico’!. Porque
para que fuese una elección en justicia y para máxima eficiencia… habrían de darse
estos imposibles
fácticos: que TODOS los votantes tuviesen el MISMO
grado de información sobre TODAS
las cualidades requeridas
para TODAS las labores que en el FUTURO hubiese de ACOMETER el elegido,
y que TODOS los votantes tuviesen la MISMA capacidad de ponderación y honestidad
--sin ‘pre-juicios’ ni fobias ni filias previas-- a la hora
de emitir su voto. Y que, además, el candidato
TAMBIÉN hubiese sido PULCRAMENTE
veraz y
sincero, y NUNCA se hubiese aplicado al jueguecito (estafa electoral) de ENGAÑAR, EMBAUCAR, o AZUZAR zoológicos
sentimientos… Lo cual, como se ve, es lamentable e irremediablemente IMPOSIBLE.
Por tanto, NINGÚN
sistema --de los cinco dichos-- es… ‘perfecto’.
Pero, dentro de esto, lo que parece más evidente es que el del ‘concurso’ es el que tiene que hacerse con mayores cautelas.
Precisamente porque, al no haber ‘baremos rígidos’ que aplicar, y ni tan siquiera poder dar igual sentido a hechos
realizados en
tiempos y contextos diversos, prima
final y decisivamente cualquier antecedente ¡tanto! a favor como ¡en contra! del
aspirante.
Y parece que justamente
por eso por esta vez, y por atender a la propia aclaración del
Ministro --de que sería incluso preferible para el interesado haber optado a otro
puesto con igual o hasta mayor ganancia y menos protagonismo-- habría que haber ‘disuadido’
a Soria --como a la postre se ha
hecho; pero a destiempo-- de lo del Banco Mundial.
Incluso
con un sonoro ‘puñetazo en la mesa’
dado por “San paciente Marianito”…
si preciso hubiese sido.
Dr.
(Prof.) Fernando Enebral Casares
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