Alberto Rivera acierta cuando dice que no pactará con partidos perdedores que quieran con eso cambiar el signo de las urnas
Es curioso: los dos ‘nuevos’
en el panorama político nacional nos recuerdan en
cierto modo --cada uno, a su estilo-- a nosotros mismos hace cuarenta años, cuando asumimos ‘a cuerpo limpio’ --es decir: sin padrinazgo alguno y, por ende, también con
completa sinceridad e independencia intelectual,
incontaminada (como buen ambientalista) de dogmatismos ni inercias ni lobbies políticos de cualquier índole--,
y con sólo dos meses de tiempo para preparar
programa, darlo a conocer y repartirlo y publicitarlo para
las primeras elecciones generales en 1977;
y eso, encima, después que hubimos sido nosotros también quienes,
tras la dimisión de Arias Navarro, propusimos desde diversas revistas que la ‘transición’ consistiese
simplemente en que los procuradores en Cortes, de entonces, pasasen a elegirse por sufragio
universal (vid. peso-press.blogspot.com 6/12/2008 )
Contamos con una gran cantidad de ‘espontáneos’
colaboradores --que ni siquiera supimos quiénes-- que se relacionaron entre sí
por sí mismos de entre los cinco Centros Superiores y las dos Universidades
madrileñas donde habíamos cursado ya estudios…, además de gentes de
todas clases sociales, edades y profesiones que de boca en boca se ‘apuntaban’ realmente ilusionadas con
nuestras propuestas…
Según noticias que
después nos fueron llegando, parece que en todas las mesas de Madrid y provincia fueron muchos los
votos cosechados; pero como
carecíamos por completo de interventores, parece ser
también que el ‘pucherazo’ en contra
nuestra
que practicaron los partidos ‘organizados’ fue
descomunal, y ‘sólo’ obtuvimos
‘oficialmente’ 42.000 sufragios… con las cien mil pesetas que nos prestó un
banco y gastamos en imprimir propaganda: esto es, un
voto por cada tres pesetas. Echen ustedes cuentas…
De modo que, aunque intelectualmente
‘revolucionarios’ --advertimos, denunciamos y
predijimos ya entonces, ¡hace 40 años!,
exactamente y con total precisión todos los
sucesos climático-meteorológicos
que hoy día se están ya viviendo por culpa del
calentamiento global causado por los gases
invernadero--, nuestra ‘revolución social’ era llamar a la reflexión, la concordia
y --sobre todo-- la complementación solidaria entre los
humanos para salvarnos,
todos juntos, del suicidio colectivo
al que caminábamos… Y en esto, con matices --como se ve--, seguro que
tenemos parecidos y hasta coincidencias
con Pablo Iglesias; aunque, como es notorio, diferimos de él en
cuanto a financiaciones millonarias y facilidades televisivas de no se sabe
bien dónde…
Con Alberto Rivera compartimos
su planteamiento de que se puede cooperar con todo
aquél que sea razonable y no esté condicionado
por ideologías trasnochadas, compromisos secretos,
o ambiciones psicopáticas. Nosotros, por aquel entonces, también propusimos tender la mano a todos… los que estuviesen
dispuestos a usar el raciocinio sin ‘pre-juicios’.
Y, de hecho, los principales partidos se vieron con ello algo forzados a
abrirse también a ‘independientes’ que aportasen ideas valiosas por sí mismas, al margen
de previos dogmatismos.

Ha contado, pues, con
un tiempo que nosotros no tuvimos; además de
también disponer de financiaciones de las que nosotros también carecimos
radicalmente. Nos sentimos, pues,
conceptual y posturalmente afines en variados aspectos. Pero tampoco todos (ni
mucho menos).

Porque hasta las personas menos iniciadas en la política pero
más enraizadas en el sentido común --precisamente
porque los árboles de una atolondrada erudición no les hacen perder la maravillosa
perspectiva del bosque en su conjunto-- se sienten
engañadas, burladas, menospreciadas y
defraudadas si el partido más votado no es el que se encarga de gobernar,
sino
que lo hiciere un consorcio oportunista de perdedores
. De aquí que lo anunciado por Rivera nos merece aplauso.
Otra cuestión distinta será analizar los porqués la
democracia española está --hace ya décadas, por desgracia-- perturbada y prostituída por culpa de la infracción
constitucional que, en todos sentidos, suponen las ‘listas cerradas y bloqueadas’. Que tuvieron su justificación como
facilidad al votante en unos muy primeros momentos, pero que en seguida han
dejado de tenerla.
Aunque éste es un tema que bien merecerá otro
comentario específico y monográfico.
Prof.
Dr. Fernando Enebral Casares
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