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Reflexiones pluridisciplinares sobre la actualidad reseñada en los medios de comunicación

domingo, 2 de agosto de 2015

El ejemplo a imitar del qué y el porqué ecológico de los ángeles de la guarda


(En modesto pero sincero reconocimiento filosófico de la admirable labor que dichos AG cumplen)



     Ángeles de la Guarda que con su paciencia --que derrocha humildad-- están pendientes de ayudar y ayudar, a pesar de lo tercamente estúpidos, perezosos y equivocados que nos empeñamos en ser los humanos.

     Y con su excepcional ejemplo existencial, cumpliendo con amor la función encomendada, abajándose hasta la poquedad humana y aceptando estar a ¡su servicio! callado y continuado aun cuando son ellos los excelsos espíritus puros de libertad incontaminada por condicionantes de los que carecen absolutamente, nos muestran el camino a seguir también por todos nosotros: el de hacer también, y de algún modo, a modo de “ángeles de la guarda” de otros y de todos cuantos nos rodean. Basta con que tengamos humilde ánimo de ayudar sin esperar al gozo de comprobar haber tenido --ojalá-- fulgurantes éxitos, sino con el rotundo altruísmo de sólo haber hecho aquello como expresión de que estamosaceptando y practicando’ también nosotros, como ellos, lasolidaridad existencial’ que como partícipes del Universo nos corresponde.

     Es éste quizá, pensamos, el profundo y trascendente sentido o significado que nos quiso indicar, para alcanzar nuestra plenitud, la de nuestra propia existencia, San Francisco de Asís con su pionero ‘ecologismo’ de amor, respeto y hasta servicio hacia todos los demás seres creados que, ¡por serlo!, ya fueron nuestros ¡convecinos! de eternidad en el pensamiento --tan eterno como inmutable-- de quien Existe por Sí mismo y que desde siempre, entonces, quiso ¡compartir! gozoso, con creaturas suyas, parte de su propio existir para así gozarse aún más --si le cupiese; que el ‘más’ ya no cabe en quien Existe cómo y porque desde siempre le dio la gana--; gozarse aún más --decimos en hipérbole poética--  en Sí Mismo pero… ¡incluso! a través’ de sus creaturas a quienes invita, al darles existencia, a que también se gocen con Él y en Él.

    Y ésta es, en fin --pensamos--, la enorme maravilla que supone nuestra propia e infinitésima existencia, a la que nuestros “ángeles de la guarda” rinden por eso humilde y consagrada ayuda y pleitesía, y a los que nosotros desde aquí, y anecdóticamente hoy, se nos ha ocurrido también dedicarles un breve espacio de votivo reconocimiento.

    Para animarnos a todos, ¡qué caramba!, a seguir su ejemplo:  el que la propia plenitud existencial se alcanza con la humilde entrega a la solidaridad universal. Cada uno, con cuanto pueda. Y sin esperar por ello más que el ‘premio’ de haber hecho lo específicamente apropiado al peculiar existir… de cada uno.


El ecologista implacable. Pero… implacableee ¡filósofo; desde luego!



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