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Reflexiones pluridisciplinares sobre la actualidad reseñada en los medios de comunicación

sábado, 6 de junio de 2015

Agente de inmovilidad recurre al secuestro exprés ante la pasividad de dos patrullas de la Policía Nacional y para enriquecimiento injusto de la contrata madrileña de camiones-grúa en presencia del dueño e impotente anciano que también fue raptado






Uno de los llamados Agentes de movilidad que muchos denominan ya de ‘inmovilidad’ bloquea durante más de media hora la circulación con su enorme camión-grúa por manifiestamente abusiva desviación de poder requiriendo pasta en efectivo sin expedir recibo y como condición para no raptar un coche con propietario dentro so pretexto de ser embargo pero sin orden judicial alguna para ello y por supuesta ‘tasa’ que no lo es porque no se está tratando de un ‘servicio que el ciudadano recibe sino un ‘secuestro que padece y por el que luego la contrata de grúas pide 150 € en concepto de ‘rescate puro y duro al estilo de lo que exigen delincuentes antes de devolver a alguien lo que previamente le hubieren arrebatado con violencia.  Igualito que según parece tiene por costumbre hacer la tropa madrileña de agentes de movilidad o de ‘inmovilización’ que se pasean repantingados en sus camionetas ufanados como El Fumi popularizado por un programa de humor de la televisión pero que en el caso municipal es muy patético. ¿Quién copia a quién? ¿El Ayuntamiento a los secuestradores, o éstos al Ayuntamiento?

   La historia comienza con un ancianito que trabaja tan incansable en el ámbito intelectual que consume velozmente la tinta de su impresora, y que escapando un momento en su diminuto utilitario del tamaño de una moto --¡ojalá todos condujesen tan brillantemente como él: tan ágil y sin jamás molestar a otros!-- para comprar repuesto de aquélla a su proveedor de siempre, se detiene justo enfrente del establecimiento aprovechando que hay un paso de peatones que nadie usa y que, con sólo pisarle un poco, le permite --a nadie molestando-- entrar y salir con los recambios precisos y en menos de dos minutos.

Mas hete aquí que mientras firma recoger la mercancía, pasa como ladrón furtivo o velocirraptor de Parque Jurásico una grúa municipal que bruscamente se detiene en mitad de la calle, cortando su circulación por completo, y de la que velozmente se baja un operario para colocar cepos en las ruedas del humilde cochecillo que para nuestro viejito son como las muletas imprescindibles de un lisiado.

Éste, claro, lo ve --¡lo está viendo!-- y sale apresurado para advertir al gruista que no siga porque él ya se está yendo. Inútil. El fornido ‘agente de movilidad’ que, paradójicamente, en vez de favorecer ésta se esfuerza en inmovilizar todo lo ajeno, le dice que detener el proceso de rapto y traslado de su vehículo le costará 73 en efectivo y a tocateja allí mismo. Sin fundar motivo ni garantizar entrega alguna de recibo. Sólo por haberse ya bajado el operario de la camioneta. El cual, entre tanto que el agente habla con nuestro ancianito, en un santiamén (menos de un minuto) coloca los cepos en las cuatro ruedas del seiscientillos para impedir su movimiento.

Pero nuestro ancianito, con el pijama debajo de un chándal, obviamente no lleva 73 € en efectivo, y el aprendiz de gendarme (que no gendarme) se enroca empecinado en que si no paga los 73 € (no, multa; que ni tan siquiera menciona) se llevará el cochecillo al depósito municipal del Quinto Pino. Retando a nuestro más que septuagenario amigo a que se vaya a casa andandito (como si todos los ciudadanos fuesen jovenzuelos sanos, atléticos, ociosos y adinerados), tome de allí lo que tenga (y si no lo tiene, que vaya a algún cajero; dando por hecho que un pensionista ha de tener dinero en todas partes como si fuese Rochi), váyase igualmente andandito  al Quinto Pino, pague allí todo lo que le pidan (y que es ‘top secret’ cuánto será: hay que ir ‘a la aventura’, por lo visto), y logre así rescatar’ delsecuestro’ su vehículo tan abusivamente y por la fuerza arrebatado.
   
     De nada sirve que nuestro ancianito --profesional jubilado procedente de cinco carreras universitarias; es decir, nada iletrado-- le razone por activa y por pasiva y le exprese su acre queja en todo el arco del pentagrama posible: 73 € en efectivo y sin recibo, o echar el día a zascandil de peregrinaje por ¡la Santa Inquisición! matritrense, de aquí para allá.

     La víctima solicita la presencia inmediata de los mandos del agente. Pero sólo consigue que al rato se presenten dos coches de la Policía Nacional (no la municipal), a los que el agente nada les dice de los famosos 73 €, pero que, ignorantes de los hechos y --sobre todo-- de los derechos ciudadanos  (y de los Principios Generales de Derecho, y también del Código Penal y otros) no perciben delito alguno que tengan que impedir, y secundan el traslado del seiscientillos al depósito municipal.  Suponemos que porque la empresa contratada tiene tanta pasta que sacar ¡como sea! que, conforme hemos dicho al principio, un fácil y expedito modo de conseguirlo es mediante el ‘secuestro exprés’ de vehículos para después exigir ‘rescate’ por ellos. Nadie habló de multa alguna. Sólo de arrebatar, o no, el vehículo a su legítimo dueño.

     Pero si el pretexto era haber parado --menos de dos minutos-- en un fragmento de paso de cebra completamente desierto, ¿cómo es que retienen allí, inmovilizado ya por más de media hora, al pequeño vehículo (tamaño de motocicleta) al tiempo que bloqueando toda la circulación de la calle con el camión-grúa no sólo paradoen doble fila’ sino ‘en ¡única! fila’ de circulación existente?

     Si tanto obstruía un pequeño tramo de bordillo de acera por dos minutos un diminuto coche utilitario de un anciano que ha de usarlo como muletas con que desplazarse, ¿cómo es que lo inmovilizan allí por tanto tiempo y bloquean… ¡no un insignificante trocito peatonal! sino ¡toda la calle!?

     Clarísima ‘desviación de poder’ que es figura jurídica que, como se sabe, consiste en forzar la interpretación literal de una norma hasta hacerla hacer justamente lo contrario de lo que su intención perseguía: en nuestro caso, que aduciendo estorbar por dos minutos a unos hipotéticos viandantes que jamás llegaron por aquellos andurriales, tener efectivamente cortada toda la circulación del vial por más de media hora por mantener allí taponando parada la enorme grúa.

      ¿Por qué se exige al propietario que pague en metálico y allí mismo y sin ofrecer justificante documental alguno del motivo ni de la cuantía, bajo la coactiva amenaza de, si no, raptar el vehículo en concepto de ‘garantía’ de ese inventado importe ‘necesario’ para dejarle marchar (en vez de llevárselo a otro sitio, aunque  sin ‘orden judicial de embargo’)? ¿Por el solo hecho de ser fornido y vestir uniforme?

     ¿No es evidente extorsión y coacción obligar que un ciudadano pague 73 € en metálico por llevarse su propio vehículo, cuando se le está reprendiendo precisamente por haber tardado dos escasos minutos en llevárselo?
     Y si tan urgente era despejar sitio, ¿cómo se le inmoviliza por más de media hora impidiéndose coactivamente al propietario que se lo lleve?

     ¿Cómo puede el agente de ‘inmovilidad’ extender un ticket de denuncia que reza ‘al encontrarse ausente el conductor’ cuando es más que notorio que el conductor-propietario estaba tan presente como que…  fue  ¡en el interior de su coche!  transportado por la ‘grúa’ hasta el depósito municipal en vista que no llevaba encima más que diez de los 73 euros que el agente (de nº 52994, agrupación 85)  le exigía sin comprobante de por qué ni para qué?

     Decía llevarse el coche en prenda de esos 73 € (¡menuda desproporción!), y que, en cuanto llega al garaje munícipe, se convierten automáticamente en el doble; pero que, entonces ya allí --¡oh, qué gran  bondad!-- ya sí se podía pagar (el ‘atraco’, claro) ¡con tarjeta! --¡oh, cuánta bondad!-- en vez de en efectivo. Aunque   ¡gracias --eso sí-- a tener que irse uno hasta allí andandito…, para que así te puedan restregar ¡que gran favor y ‘servicio’ te han hecho… que te han ‘retirado’ (arrebatado ante tus narices) tu coche de la calle!... tras haberte --eso sí-- impedido por la fuerza que lo quitases por ti mismo --¡por favor: ¡faltaría más!: para eso estamos aquí nosotros, so tonto!-- de donde ¡decían! que estorbaba

     Pero obviamente es más cierto que eso, más que un ‘servicio’, representa un ‘secuestro’ puro y duro, del que luego, efectivamente, te exigen un ‘rescate’ puro y simple.

      Ya NO le exigieron allí los 73 € reclamados por el de ‘inmovilidad’ por ‘salida de cabina’ del operario de la grúa, sino ¡el doble! (150 €) para poder ¡‘rescatar’! su propiedad ilegítimamente ‘secuestrada(puesto que el dueño ya iba a llevarse el coche Y SE LO IMPIDIERON…)

      ‘Rescate’ del ‘secuestro’ --decimos; y talmente como luego copian delincuentes abyectos, que exigen dinero (como el Ayuntamiento) a cambio de devoluciones de propiedad ajena o incluso de personas a quienes así ‘liberar’ (como el Ayuntamiento en el caso descrito)-- que el buen señor de la ventanilla tildó nada menos que de ‘obligada tasa’ municipal… Sin duda porque ni él, y ni toda toda la parentela de todos los del Ayuntamiento --según se ve-- saben el suficiente Derecho Tributario y Administrativo para enterarse que las ‘tasas’ se establecen porservicios’ que el ciudadano  recibe para  su  beneficio, pero jamás para su castigo como es el venir obligado’ a ’rescatar’ lo que es suyo y que le han sustraído sin fundamento: cuando el buen viejito iba a quitarlo porque le decían que estaba mal puesto, en vez de facilitarle el quitarlo SE LO IMPIDEN ‘a capón’, y se lo ‘SECUESTRAN’. (¿Cuántas veces más tendremos que repetirlo para que se nos entienda?)

      Ni todas las Ordenanzas de Movilidad del mundo juntas --incluídas actuales in-maduras’ bolivarianas, o pretéritas estalinistas de los tiempos del comisariado de Santiago Carrillo-- habrían podido idear tamaño atropello, comparable quizá --no sabemos-- sólo con los que abocaron nada menos que a la 2ª Guerra Mundial.

     Porque hay que recalcar, una y otra vez, que el propietario acudió a impedir la sustracción de su vehículo en cuanto vio un operario manipulándole las ruedas. Y mientras hablaba con el fornido agente de movilidad, el más que experto gruista logró inmovilizarle en menos de un minuto --récord sólo emulable por los esquiladores polacos de ovejas-- las cuatro ruedas del coche, con una destreza verdaderamente digna del mayor encomio. Todo --a lo que parece-- por el afán del agente de cobrar 73 €  en efectivo y en el momento.

     Por su parte, el empeño de los gendarmes nacionales que acudieron se centró (vano intento, por ilegal) en que el propietario NO fuese dentro en su propio coche cuando la grúa se lo trasladase al depósito municipal: no sólo --suponemos-- porque esté terminantemente prohibida esa ‘abducción marciana’ por el riesgo que ella supone de lesiones no cubiertas por el seguro de la contrata frente a accidentes fortuitos  (razón por la cual la grúa se desplazó, en efecto, a 10 km/h y ESCOLTADA por la Policía Nacional  con un patrulla delante y otro detrás con las luces destellantes de emergencia puestas, cual si se tratase de un transporte superblindado de algún supertesoro o superdelincuente), sino porque, si iba, se estaría  EVIDENCIANDO la sinrazón del RAPTO Y EL SECUESTRO;  y hasta quién sabe si por el arbitrario castigo que quisieran imponer al viejito, de más de 75 años, de ‘dejarle tirado’ en pijama cubierto por chándal y sin dinero, sin salud, y sin tiempo que emplear (pues que ningún parásito social es, sino arruinado por su trabajo siempre impolutamente altruista), para que entonces tuviese que recorrer a pie más de doce kilómetros de ir y venir al sol de mediodía y con la tensión arterial por las nubes  por el disgusto, situándole por eso, con absoluto desprecio de la epiqueya y la prudencia debida,  en riesgo muy próximo y muy cierto de infarto cerebral o cardíaco que le causase la muerte fulminante por el capricho del agente de pedirle aquellos 73 € aun antes de haberle extendido multa alguna. Multa que, efectivamente, jamás extendió; pero que en el depósito vinieron a ‘agregarle’ de matute el ticket con la ya apuntada ‘falsedad en documento público’  (art. 46.4 L 30/1992) de rezar ‘al encontrarse ausente el conductor’ cuando imposible era que hubiese estado más presente

     Los dos coches-patrulla de la Policía Nacional, como decimos, se dedicaron a escoltar la grúa municipal cual tesoro o peligro inmenso, CON ANCIANITO DENTRO del coche que estaban ‘secuestrando’. 

    En todo caso no es verosímil imputar obstaculizar el paso de viandantes cuando ninguno había ni hubo en más de la media hora larga que duraba el incidente (falta de elemento subjetivo en la supuesta infracción), y cuando el cochecillo ocupa sólo tres metros mientras el paso --de puro adorno; porque nadie lo usa más que muy esporádicamente: porque ningún edificio ni servicio de tipo alguno existe a todo lo largo de aquella acera, y por eso nadie circula por ella en ese tramo--; mientras el paso, decimos, abarca más de cinco y seguía teniendo aún completamente libres varios metros de su ancho; y cuando, si tanto hubiese él estorbado, ¡qué no estorbaría, entonces, la grúa parada en mitad de la calle durante más de media hora, tapando por completo el ¡único! carril hacia la Estación del Norte con que cuenta esa vía!
     
    Por tanto, ¡rotunda DESVIACIÓN DE PODER! cuando menos, y causa fulminante de ANULACIÓN del acto administrativo según art. 63.1 Ley 30/1992.  Ley también masivamente infringida en su art. 35.b/ cuando todos se negaban a identificarse ante el ancianito que se lo pedía.

     Repetimos: si la infracción se supone por obstaculizar el paso, ¿cómo es que un agente ‘de movilidad’ lo que hace es ‘inmovilizar’ para que siga allí  ‘per in saecula’,  y con el único afán --parecía-- de embolsarse 73 € en efectivo… por el sólo hecho de haber acertado a ‘pasar por allí’ en el intervalo de dos minutos que el propietario cruzó para recoger unos cartuchos para la impresora de su ordenador en una delegación de Canon que estaba en ese momento ya cerrando para comer (a las 13,30 h) y solamente atendiendo --ninguna dilación, por tanto-- a que el propietario firmase la hoja de entrega de dichos cartuchos y se marchase tan contento?

     ¿Agente de inmovilidad  que, al ‘pasar por allí’ cual mentado velocirraptor Jurásico, paró e inmediatamente se puso manos a la obra de que inmovilizasen el cochecillo, importándole obviamente un bledo todas las Ordenanzas de Movilidad habidas y por haber, sólo pensando (según las evidencias) en el lucro de la empresa de la grúa, y el lucro (injusto) de la feroz --sólo con los pobres; como todas las de su género y en todos los países y categorías--  Agencia Tributaria, ahora la  municipal, titular  del recaudo del ‘rescate’ (Tributaria ¿de qué?: ¿de exigir la genuflexa pleitesía de los pobres y honestos ciudadanos … --¡por y para los que existe; no lo olvidemos; y no al revés!-- ante despótica arrogancia de corte medieval que esgrime amplia panoplia de almojarifes de cimitarra en ristre, amenazantes de cortar cabezas si no se paga…  ¿el capricho de turno??)

      ¿Obsesivamente pensando también, a todas luces, en los 73 € ésos que tanto le encandilaban cuando su único moliente esfuerzo cotidiano parece ser pasearse por Madrid cómodamente sentado en una grúa para ir repartiendo multas y otras lindezas y desatinos a troche y moche, remedando a “El Fumi de Morata”, personaje creado por José Mota en TV y que caracteriza al paradigma de quien no da ni golpe y hace alarde de ello…?

     ¿Es que el Ayuntamiento --o cualquier otra administración pública o privada-- se cree que todo el mundo tiene 73, 150 ó 300 euros ‘de sobra’ como para que cualquier agente se los quite en cualquier momento…, cuando… ¡es más cierto que ése es el presupuesto para comida DURANTE TODO UN MES!, y que si se los quitan, LES DEJAN SIN COMER durante todo un mes?

     (A lo mejor es que la ‘movilidad’ que busca el Ayuntamiento es justamente que la gente ¡muera! de hambre para así desleir (disolver, deshacer) los atascos…)

     Es un auténtico escándalo que aquí denunciamos porque es infumable desviación de poder el que empleados municipales destinados al servicio y defensa de los ciudadanos y de sus más elementales garantías legales de no ir a ser atropellados, se dediquen precisamente ellos a atropellar sin el más mínimo respeto: ni a nada, ni a nadie. Por el capricho de exigir a un anciano en chándal cubriendo su pijama casero que llevase en metálico 73 € de que despojarle, como tortura para que le dé un infarto.

Y es que el hedonismo cerril de descerebrados, emperrados en degradar a los humanos hasta la sola condición animal delas tres C” --come, caga, y copula-- e idolatrar el dinero como único ansia; con el consiguiente  y progresivo’ (¡Dios nos valga!) descrédito y destrucción de valores humanos como la justicia, el pundonor por el deber cumplido, los Principios Generales del Derecho que generan los Derechos Humanos (y recíprocamente), y el esfuerzo cotidiano de solidaridad y atención sacrificada hacia los más necesitados y desvalidos, nos está llevando a niveles insostenibles de  depravada  DESCOMPOSICIÓN  social. ¡Qué lástima!


Prof. Dr. Fernando Enebral Casares





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