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Reflexiones pluridisciplinares sobre la actualidad reseñada en los medios de comunicación

sábado, 4 de agosto de 2012

Los errores del Banco Central Europeo (BCE) corrompen y colapsan la economía




Aunque escrita en los tiempos en que el Ministro ‘socialista’ Solchaga mantenía sumida a España en unos  tipos de interés  que llegaron a superar incluso el 14-16%  (cf, el cuadro de intereses publicado en ABC 19-9-1988, p.43; o noticia de “El País”, 19 mayo, recogida al margen), hemos rescatado de los archivos de la propiedad intelectual, dada su innegable vigencia, el Depósito Legal nº M-580-1989  de su mes de enero: una  Comunicación  que nuestro colaborador  Enebral Casares, Doctor Profesor de las Universidades Complutense y Politécnica de Madrid en Comercialización e Investigación de Mercados, y candidato a senador que fue en las Elecciones Generales de 1977 y 1979, remitió al IX Congreso Nacional de AP; de la cual  Comunicación  reproducimos lo relativo a  inflación, tipos de interés, impuestos, gasto y deuda públicos, y la  tremenda  corrupción  que producen los errores en estos temas; errores en los que, por desgracia, caen una y otra vez los dictadores encaramados –no queremos saber cómo– en el BCE, y que efectivamente parecen  ‘pagados’  para favorecer intereses ‘muy particulares’ de brutal  ‘especulación’  en los mercados financieros internacionales; brutal especulación que también parece ‘diseñada’ para implantar, por vía  económica  en vez de  bélica,  un despiadado  ‘IV Reich’  alemán.

 
En el apartado  “Errores económicos” de la tal  Comunicación,  su autor denuncia que  la inflación  no se contiene subiendo los tipos de interés o los impuestos,  porque estas actuaciones equivalen al  ‘sangrado’  que los  galenos  medievales hacían para –supuestamente– combatir la  ‘fiebre’  de los enfermos; fiebre que los economistas asimilan a  ‘la inflación’  que también pretenden bajar a base de ‘sangrar’ el dinero de  “todos los estamentos sociales”; pero  fiebre (o  inflación ) que  sólo  lograban (o lograrán)  quitar  –en aquel; o en nuestro caso– cuando metían ya al paciente  ‘en la caja de pino’,  o a la economía en el  colapso total  (conforme se está comprobando con la crisis  hoy día).

Además se apunta ahí que, con el disparate de subir los  tipos  y los  impuestos,  y el  gasto  y la  deuda  públicos, “dan pábulo a  negocios  poco menos que de estraperlo de corte  tercermundista  que”… acabarán  con toda esperanza de recuperación económica.

En el segundo apartado que reproducimos, se resalta la  inflación  que se produce  en  la  recesión  provocada por subir los tipos y los impuestos sobre los trabajadores autónomos y los asalariados; lo cual, por contra, anima negocios y  maniobras de especulación  en los mercados financieros que nada contribuyen a la  productividad , sino a  parasitarla,  desencadenando  más desempleo y colapso  económico … conforme también, por desgracia, se comprueba hoy. Hablaremos de ello en próxima ocasión.

Y en el tercero, el autor hace unas reflexiones  sobre el  correcto uso social de la riqueza,  y propone el criterio que debería regir en materia tributaria y de gasto público,  concluyendo lo imperativo de  bajar  los impuestos y los tipos de interés  como fórmula de  insuflar  dinero al engranaje  sin  aumentar la masa monetaria, de modo que aumente la demanda  real y  no  la especulativa; se estimule la producción; des­cienda el paro,... e  incluso  también  descienda la inflación  al reducirse la tendencia  al estraperlo”.

A este respecto, también hemos de destacar  las fechas y el entorno  en el que fue escrita la citada  Comunicación,  que se producía después de la firme oposición que su autor venía haciendo a la política del entonces ministro Solchaga, y  que culminó en la huelga general que Nicolás Redondo (senior) convocó  como resultado de la conversación que en los locales del Club Siglo XXI de Madrid sostuvo en octubre de 1988 con Fernando Enebral; huelga general que se llevó efectivamente a cabo el 14 de diciembre, es decir,  menos de un mes antes  de la redacción que aquí se anexa.  Conocemos los términos de aquella conversación; pero no vamos a revelarlos.

Y, como decimos, dejamos para un ‘post’ posterior la glosa de la situación actual a la luz de lo aquí desvelado.


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