Un Cielo y un Infierno diametralmente opuestos al de nuestra Metafísica es el del terrorismo yihadista
No eran por mero diletantismo --incluso de apariencia tal
vez un punto arriesgada-- nuestras disquisiciones sobre el Cielo y el Infierno
que, desde la Metafísica o la Teodicea, explayamos en el comentario anterior de
este blog; sino por la cruel actualidad del terrorismo yihadista y su
aparente sustento en erráticas
concepciones que tal vez convendrá analizar y, en su caso, rebatir.
En intento de una aproximación a esto último
se dirigen las siguientes líneas.
Porque, por las premisas desde las que
parecen actuar estos terroristas, podría
quizá desvelarse el dónde radica su
desvarío, y así -- ojalá-- desvaírlo.
Parece, en efecto, que la primer fase de este extremismo
se centra en quiénes y cómo reclutar adictos, es decir, en las formas y dianas de su proselitismo. Y, en este
aspecto, sus esfuerzos de captación
suelen dirigirse hacia:
1º/gente joven;
2º/ generalmente desubicada,
es decir, advenida a un entorno
socio-cultural que les era un tanto ajeno,
o con sensaciones de marginación emocional;
3º/ con pocas
o dudosas perspectivas de prosperar profesional o emocionalmente;
4º/ preferentemente ingenua,
incluso candorosa
y hasta idealista,
a quien su cotidiano devenir le devuelve una y otra vez a una realidad desesperanzada, triste, oscura, opaca,
crudamente materialista, en la que casi siempre termina ganando una deshumanizada
--despiadada e inclemente -- ‘ley de la selva‘ fría, taimada, cruelmente calculadora, egoísta y hedonista, que se agota en la propia y vacía fugacidad
del momento en el que
nace y en el que concluye, sin tiempo ni ganas
para pensar en los porqués, los cómo y los paraqués últimos de su seguir viviendo…
…y que,
en definitiva, albergan
un inconsciente, pero más
que perceptible,
indudable, sentimiento de
hastío, de frustración, de rechazo a cuanto y a quienes le
rodean…
…que acaba,
incluso, en
fantasmales y ululantes tentaciones de ‘rendirse’,
de no proseguir, de mandarlo todo a paseo, de… ¡’suicidio’!…
( Digamos, además, que éste es también el mismo estado
general de ánimo que más induce a los jóvenes a caer en la drogadicción… que no es más que un suicidio lento, cual venganza que se sirve fría y sucesiva contra
uno mismo y contra los demás, y con el que se busca una
suerte de ‘castigo’ universal --a sí
propio y al resto de tan ‘repugnantes’ congéneres-- en que encontrar la salida
final al tiempo que la expiación de tantos males… ).
Es
entonces el momento en que el
‘gancho’ yihadista --una vez así identificadas las personas vulnerables,
objetivo o ‘diana’-- pasa a la segunda fase del proselitismo.
Consiste
ésta, básicamente, en aderezar con nuevos, diferentes --pero sugerentes-- motivos e ideas, ese mar
de confusión y hartazgo que el reclutador va --desde luego-- a seguir alentando… pero ahora de forma específicamente orientada, dirigida, encauzada,… al propósito terrorista.
Para ello, y como en todo empeño de doma,
habrá de hacer una llamada a los viejos
atavismos zoológicos que aún subsisten en el género humano. Y recurrirá a la típica e infalible técnica
‘del palo y
el caramelo’... refiriéndolos
ahora
a figuras ‘religiosas’
que,
por serlo, trascienden
el día a día y pueden entonces adulterarse hacia una simple ‘evasión’ de lo cotidiano…
Mas… en tocante a lo religioso, no creemos que
quepa gran disenso en atribuir el ‘palo’ a la ‘amenaza’ del Infierno, y ‘la zanahoria’ (
o caramelo), a la ‘esperanza’ del Cielo. Es algo que --como dijimos la
vez pasada-- está impreso
en nuestra propia condición ontológica
(o forma
de ‘existir’: que
no es autónoma, sino que se nos ha ‘participado’; y que, en consecuencia, con
ella no podremos ya hacer ‘de nuestra capa un sayo’ (o sea:
no, lo que nos dé la gana), sino
que tendremos que atenernos al lugar y cometido que
en el conjunto del Universo nos corresponda. Y que, en tanto aceptemos y ejerzamos de buen
grado y modo este condicionante ‘existencial’, así estaremos alcanzando nuestra plena ‘realización’ existencial… (o plenitud última de nuestra existencia), o no
(en caso contrario).
De
tal modo que --decimos-- este tipo de ‘palo o zanahoria’ es consubstancial a nuestro existir; y nunca podremos ‘librarnos’ de
tener que tenerlo en cuenta…
Pero la cuestión está en si lo adulteraremos ‘a nuestra conveniencia y coyuntura’, o no.
Ésta es la cosa.
Y
sucede que, en términos
yihadistas, el ‘palo’ radica en un Infierno
impuesto
como ‘castigo’ de un ‘dios-tonante’, cruel,
vengativo… que caerá sobre nosotros si…
¡NO… ¡‘matamos’! a los ‘infieles’!…
Mientras que la ‘zanahoria’ apela a lo
más zoológico de la condición
humana: el egoísmo… ¡‘sexual’!,…
de
un paraíso de esclavas
huríes
‘a nuestro servicio
y para nuestro capricho…’ (en figurada representación al margen).
Se introduce así, ahora, en el joven desesperanzado, harto y,
sin embargo, ‘idealista’, un nuevo horizonte y motivo de ‘por qué y para qué’ vivir… que no es otro que el de ¡‘suicidarse’! pero ¡’ matando’! -- curioso, por contradictorio: vivir para morir
y matar; pero que adula las tentaciones que de esto ya tuviera el
hastiado--… aunque ahora aderezadas
--como dijimos-- con evitar
así ‘el palo’ último --el ¡’castigo
de Dios’! por no matar a los infieles--, a cambio de
granjearse el gran ‘caramelo’ de
tener a toda una cohorte de vírgenes como prostitutas
a nuestra eterna disposición…
Y
si a esto añadimos que el reclutador plantea, ¡’antes que nada’!, que el
joven ingenuo e incauto ¡’rompa’! con todas y
cualesquiera personas de su entorno --y que,
obviamente, podrían alertarle de los sinsentidos a que le están arrastrando--, la víctima de
la acción proselitista, como frente a una o cualquier otro tipo de ‘secta’, queda como ‘conejo
a merced de anaconda’…
Compárese, en fin, esta teleología existencial con la metafísica existencial que
nosotros ya hemos expuesto en el anterior inserto. Y se comprobará lo siguiente:
En nuestra perspectiva, no hay por
parte alguna ¡ni rastro! de ‘hedonismo’
(esa fruición por disfrutar incluso
lo efímero que causa resaca), sino
el rotundo altruismo de aceptarse ‘partícipes’ y, por tanto, también ’participar’ a todos, de todos, y con todos… en el Amor Infinito del que procedemos y al que estamos llamados.
En la «seguridad» o ‘esperanza’ (que no, con el «propósito» (que ya sería egoísmo)) de que ésa, y no otra, será nuestra plenitud
(autorrealización plena) existencial,… PERO
¡’en el respeto’! y ‘complementación’ de todos con todos, en vez de odios, rivalidades y exterminios…
Y fundado todo ello en la más radical y estricta ‘filosofía’ (o investigación de la realidad y sus porqués y paraqués), desarrollada desde la más absoluta asepsia emocional.
Bien distinto todo ello, por cierto, de esa
permanente incitación al más burdo, miope, efímero
y
antisocial e insolidario ‘hedonismo’
( o la ‘satisfacción por la satisfacción, y cueste lo que cueste, y caiga quien
caiga’) que se nos antoja --como hemos apuntado más arriba-- la raíz (antes o después) de todas las ‘rupturas’ juveniles,
‘corrupciones’ sociales, y ‘fracasos’ colectivos.
Somos un todo, formamos un todo, y somos --como
dijo Gorbachov-- cadena de alpinistas que: juntos alcanzar la
cima, o caer juntos en el abismo.
Porque el cerebro
lo tenemos --pensamos-- para
convivir cada vez mejor, y no para aniquilarnos.
Dr. Prof.
Fernando Enebral Casares
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