Iconoclastas enloquecidos o por burda corrupción
El espectáculo se repite: dictadores de pacotilla que se entretienen en quitar estatuas para poner otras.
Último episodio: la Fernández o Kirchner, que desmonta a Colón en el fin de semana porteño, para poner a una guerrillera del gusto del mandamás boliviano que... ¡¡ es el que paga !!
Pero ¿a quién paga? ¿A los operarios que hacen el cambio? ¿O a quien lo ordena, y se embolsa una sabrosa cantidad con la que engordar la ya mucha plata acumulada gracias al gobierno de ella misma y de su 'familia'...?
Esta curiosa fiebre iconoclasta, en la que corren caudales de dinero de por medio, nos hace sospechar que los cambios pudieran no ser por 'idealismos' o disfunción psiquiátrica vecina a la paranoia peligrosa, sino por simple y duro y crudo interés 'crematístico' de dictadorea bananeros con nostalgias de aquellos ancestros de piratas que conquistaban ciudades costeras de las que se proclamaban 'virreyes' despiadados...
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