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Reflexiones pluridisciplinares sobre la actualidad reseñada en los medios de comunicación

sábado, 2 de enero de 2016

Es aterrador comprobar hasta qué punto los modales de Hítler perviven como rescoldos sedientos de llama con que incendiar cada recodo de nuestra convivencia humana




Hítler sobrevive.

Fue  y, por desgracia, parece que sigue siendo el gran vampiro de la convivencia humana, que, sanguinario insaciable, renace cada noche en las oscuridades del alma de personas sedientas --enloquecidas-- de ‘hacerse como dioses’ capaces de impartir la vida y la muerte, y la forma de cómo sobrellevarlas, a todos y a todo cuanto  y cuantos nos rodean.

Da igual que sea en la política donde sus rebrotes se vean a veces, o que sea en el mundo de la economía, el mercado y las finanzas tratando de engullirse cuanto pesquen sin importarles el mañana desértico de hambruna y desesperación que dejen, o incluso en el asesinato taimado y suicida de las condiciones ambientales en las que, como ínfimas pulgas dislocadas, los humanos ¡danzamos y danzamos! saltando de aquí para allá en vorágine que no sabemos dónde nos conducirá en vez de hacia dónde deberíamos, TODOS  JUNTOS,  encaminarnos…

Hoy hablaremos, sí, de algunos detalles que hemos visto, con alarma, brotar en la política. Pero mañana, y al otro y al otro, tendremos que referirnos sin duda a cuestiones jurídicas, del Derecho Administrativo, del Tributario, o incluso del ‘biológico’ con que proteger la salud de nuestra vida, y que nos impone la obligación de no caer en sandeces demagógicas.
 
En este ánimo pluricíclico, empecemos --si se nos permite-- llamando la atención hacia rasgos deplorables que insensata y --con seguridad-- inconscientemente nos vienen desvelando estos días diversos personajes del momento.

Así por ejemplo, y sin que el orden de cita tenga otro significado que el iniciar la tarta por algún lado --da igual que sea por aquí o por allá (con tal que enterremos de una vez la conocida y parecida frase de la parodia teatral “La venganza de Don Mendo”)--, hemos visto a Pablito Iglesias (el diminuto es, además de cordial, con objeto de diferenciarle de su homónimo y ya difunto ascendiente) decir muy enfático que “¡no PERMITIRÉ por activa ni por pasiva que gobierne ni Rajoy ni el PP!”. Y a uno se le abren las carnes al dudar qué encerrará verdaderamente ese ‘permitiré’ que en seguida --todo hay que decirlo-- no repitió.
 
¿Será que hará lo posible por promover una rebelión o Golpe de Estado callejero , como el que se tanteó en la antesala de aquellas pasadas elecciones de ya pretérito mayo, animados quizá por el éxito que tuvo el amotinamiento del 14 de abril de 1931, que impuso la República incluso mediante incendiar conventos?

¿O es que ya se cree con los plenos poderes que ungieron a Hítler o Stalin, y que hoy día asoman por las hechuras de un inmaduro Maduro venezolano que es  --¡qué casualidad!-- quien ha venido, según dicen (Felipe González, sin ir más lejos), financiando al grupo de diverso modo?
 
No creo que a Pablito ni a alguien le venga bien enseñar las orejas de lobo antes de llevarse al huerto el rebaño de ingenuos.

¡Pues no digamos un tal Arturo, que ‘advierte’ a los de “Candidatura de Unidad Popular”  (en catalán, “Candidatura d’Unitat Popular”: ¡oh cuán original ‘idioma’ es el catalán respecto del castellano!) que “no podrán quitar Presidentes”! ¿Es que los corifeos que le rodean le ha hecho ya creer que habita en el Olimpo ungido por los dioses como Zeus tronante e intocable, cabalgando sobre todo lo que se le ponga por delante… para escapar así, tal vez, de  la sombra alargada del fisco?
 
La guinda de esta breve e irónica crónica la reservamos (sin que los últimos vayan a dejar de ser por eso los primeros) para Pedro Sánchez, que se aferra, con todo a lo que alcanza su mano, a seguir en el machito aunque haya sido especialmente estrepitoso el desastre al que ha arrastrado a su PSOE, en su afán también al modo hitleriano de llegar al poder y enrocarse en él ¡como sea!.

¡Modérense sus señorías y vuelvan al buen tino!, que sin duda les diría cualquier buen Quijote de nuestros tiempos…


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