La relatividad del espacio-tiempo, el vacío y la nada
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‘La nada’ es ausencia absoluta de existencia. Es decir: que ‘la nada’ ni siquiera existe. Simplemente es ‘la no-existencia’.
Esto es coherente con el concepto de Existente-por-Sí-mismo, que es ‘acto’ puro, simplicísimo (esto es: sin posibilidad de ‘desmembrarlo’ en componentes) pero ‘permanente’ (o sea: sin posibilidad de distinguir entre un antes y un después de él); acto realizado en ejercicio de una libertad-infinita; y acto puro de simplemente ‘aceptar-el-existir’ (o aceptarse ‘existieeendoo’), y que es existencia ‘infinita’, es decir, aquélla única y simplicísima pero de la que procede ‘toda’ otra posible existencia. Por tanto, ‘fuera’ de ella --como sería la ‘no-existencia’--, efectivamente ‘nada’ existe. O sea: que ‘la nada’ ni siquiera existe.
Análogamente, el ‘vacío-absoluto’ es la ‘ausencia-completa’ de contenido y, por ende, ni siquiera contiene ‘existencia’ alguna. Sólo contiene ‘la nada’, es decir, la ‘no-existencia’.
Por esta razón, entendemos que ‘el vacío’ nunca podrá estar ‘contenido’ en el interior de algún existente: nunca podrá interpretarse como una ‘burbuja’ dentro del Universo. Simplemente ‘no está’ en el Universo. Todo lo que nos parezca ‘vacío’, en realidad no puede estarlo: es simplemente que no somos capaces de percibir su realidad, su contenido. Por ejemplo, la teoría cuántica predice que ‘el vacío’ no es tal sino una suerte de espuma de partículas que revolotean. El pasado 7 de junio internet publicaba que en la Universidad de Gothenburg , Suecia, habían logrado extraer fotones de un aparente vacío (vid. al margen)
Lo cual nos lleva a esta otra consideración: el concepto de ‘espacio’ carece de entidad propia. Surge simplemente como una magnitud ‘relativa’: por comparación. Apreciamos que hay ‘espacio’ en la medida que, y ‘a medida que’, está siendo ‘ocupado’: a medida que algo ‘lo ocupa’. O sea: la nada no ocupa espacio y, por consiguiente, si nada hay, tampoco hay espacio.
Pero, además, la ‘relatividad’ del espacio está en función de, o implica que, haya ‘existencias’ (en plural) diversas entre sí, que lo ocupen. Es decir: que el Existente-por-Sí-mismo, que es único e ‘infragmentable’, no ‘genera’ espacio: está ‘en otra dimensión’ intrínsecamente ‘ajena’ al concepto de espacio. El espacio solamente es predicable de las existencias ‘contingentes’, esto es: de las que son ‘participadas’.
Otro tanto es atribuible al concepto del ‘tiempo’, que también cabe sólo apreciarse --como el de espacio-- por ‘comparación’: aparece sólo cuando hay algo que ‘evoluciona’, que ‘cambia’. Si no hay ‘cambio’, es imposible identificar ‘tiempo’. Esta es, igualmente, la ‘relatividad’ del tiempo. De modo que por esto el Existente-por-Sí-mismo, que es permanente e inmutable (porque el “Sí: quiero existir, me acepto existieeendoo”, en cuanto que es ‘acto’ infragmentable y ‘ya hecho’, ya no-puede ‘cambiar’), es también intrínsecamente ‘ajeno’ al concepto de tiempo. Esto es: de igual modo que para el concepto de ‘espacio’, el del ‘tiempo’ solamente es predicable respecto de las existencias ‘participadas’, ‘contingentes’.
Mas ¿qué consecuencias, o qué aplicaciones interpretativas, para el Universo que conocemos, cabe deducir de esta relatividad del espacio-tiempo?
Proseguiremos con ello en el próximo comentario.
Prof. Dr. Fernando Enebral Casares
(véase también en: http://fernando-enebral.blogspot.com )
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