Obama espía a Merkel, al Vaticano, y a otros. A mí me han espiado todos siempre y tal vez gracias a eso el mundo puede que haya sido algo mejor
El Profesor
Doctor de la UCM y de la UPM, Fernando Enebral Casares, nos envía el siguiente escrito, con el ruego de su
publicación si nos pareciese oportuno. Y nos lo parece.
* * * * * * * * *
No entendemos bien el alboroto orquestado alrededor de un tal
Snowden y sus revelaciones con las que
demuestra que, cuando menos, es de igual
catadura de aquéllos a quienes ‘denuncia’:
traiciona la confianza de los que creían en su honor.
Los gobernantes de hecho y de derecho en el mundo,
es decir, los dirigentes económico-empresariales y los políticos (que se
dicen ‘elegidos’ en unas
votaciones supuestamente libres aunque con frecuencia sean resultado de un ruin lavado de cerebro de los pueblos incluso durante muchos-muchos años --véase, v.gr., la
cohorte de los señores Pujol, Mas y Roca en Cataluña, que mienten
sobre la Historia desde hace decenas de años para optar así a ‘coronarse reyezuelos’ de una ínsula barataria aislada
de Europa y enteramente arruinada--), tienen que comportarse
de un modo absoluta y verazmente ‘transparente’
en todo
su quehacer (cf. art. 11.3 TUE --Tratado Unión Europea--), no
sólo por deber
de respeto hacia los desfavorecidos, sino para que
éstos puedan, en justicia, vigilar y
reclamar a aquéllos.
De aquí que lo más pernicioso social, política y
económicamente hablando sean las organizaciones
secretas, como la masonería en todas sus modalidades, que actúan rígidamente obedientes --esclavas-- a ‘compromisos de Logia’, sobre los
que guardan celoso y ‘cómplice’ secreto. Sin duda por eso la Constitución
Española las prohíbe explícitamente (art. 22.5) y, la Unión Europea,
indirecta pero indudablemente en su art. 17.3
TUE al
exigir a los miembros de la Comisión “plenas garantías de independencia” que obviamente no se dan en quienes están maniatados por sus lazos secretos.
Por tanto, nos sorprende
que ahora la Sra. Merkel o su antiguo acólito el Sr Trichet pudieran
salirnos con
ridículas pudibundeces de “¡ay, qué horror: que me han espiado!”, cuando el derecho al secreto
de nuestras comunicaciones decae
ipso facto desde el momento en que se invade la esfera pública e incide en millones de ciudadanos que,
entonces, son
los que no sólo ‘pueden’ sino que
hasta tienen ‘derecho’ a enterarse de cuanto dicen y hacen los que --como los citados-- después les
arruinan la vida causando la mayor
recesión de la Historia humana…
Merkel, Hollande, Berslusconi, o Ben Laden; o
Zapatero, C-Rovira, Rubalcaba, o Mas; no son ciudadanos privados sino públicos, y todos --incluido Obama y otros-- tenemos derecho a conocer sus trapicheos.
A mí
sin ir más lejos, todos y siempre
me han espiado cuanto escribo, converso, ideo, propongo, aconsejo
o pienso. Antaño, por mis
comparecencias en política durante los 70 y 80; y hogaño quizá, por mi doble
condición de intelectual y periodista hipercrítico de la actualidad, y docente
y discente sempiterno… Y nada me ha importado. Es más: a veces pienso, con
optimismo, que tal vez por espiarme el
mundo haya llegado o llegue a ser --ojalá-- un poquillo mejor… Por ejemplo,
por mis avisos y doctrina de los años 70, sobre ecología y cambio climático (que me plagió
Al Gore); o por mis advertencias
sobre Economía
(que se han cumplido puntual y rotundas,
aunque el Nobel se lo den a los que
incitaban la recesión para ‘sanear’
a los banqueros); o con la fórmula de transición
española; o con mis apuntes sobre drogadicción u
oncología; o… con las mil
pequeñeces cotidianas para gentes
necesitadas…
Quienes nada tienen
que ocultar, nada temen que les descubran.
Prof. Dr. Fernando Enebral Casares
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